El cartel soñado que solo un hombre ha logrado reunir: Joselito, José Tomás y Talavante
Las tres figuras despidieron ayer en Talavera de la Reina a Joaquín Ramos, un taurino irrepetible
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Joselito, José Tomás y Alejandro Talavante. ¿Alguien da más? El cartel soñado por todos, el cartel que volcanizaría el mundo del toro. Pero el que solo un hombre ha logrado reunir: Joaquín Ramos , un taurino que dignificaba esa palabra, un taurino con grandeza, al que despidieron ayer los más grandes. Para Ramos el toro era su religión, y pocos sabios quedan ya con su sapiencia, con ese modo de analizar hechuras y reatas, de descifrar ese misterio de la bravura. Veedor de toros, qué bello oficio , aunque ahora lo quieran desempeñar algunos que van de todo, de juez y parte, sin disntiguir un toro bravo de un buey.
Veedor de toros, sí. Y de toreros. Y qué ojo el suyo y el de esos toreros con Ramos. Formó tándem que pocas veces se repetirán. Fue el hombre de confianza de máximas figuras que revolucionaron el planeta taurómaco, de esa época dorada Joselito-José Tomás, pese a los enredos de otros con el tema de la televisión.
Joaquín Ramos era leal con los suyos. Y los suyos se lo han sido hasta el final: Joselito, José Tomás y Talavante, a quien apoderaba junto al primero. ¿Se imaginan ese acontecimiento hoy día? ¿Esa final de Champions o Copa Davis del toreo? Ahí se acababa el cuento de «esto no interesa a nadie». Soñemos...
¿Y los toros? Pues para dar ese último (o penúltimo adiós -la gente a la que se recuerda nunca muere del todo-) ahí estaban ganaderos como Justo Hernández (Garcigrande) con su hermana Conchita o Álvaro Núñez del Cuvillo . Eran dos de sus ganaderías predilectas, entre otras muchas, como Jandilla, Victoriano del Río o Juan Pedro. Con el respeto máximo a todos los criadores de lidia.
No faltaron más gentes del toro, como Enrique Martín Arranz - Ramos era uno más en su familia-, Román Sorando, Juan Ortega o Florito. Cuántas conversaciones no habrán tenido Floro y Ramos, expertos en el campo bravo. Todos quisieron arropar a su familia, a su mujer, a su hija Triana, a la que los antitaurinos bombardeaban en las redes sociales con mensajes regocijándose de la muerte de un padre. ¿Se puede ser más miserable? Para esos antitaurinos, que más que antitaurinos son antihumanos, un único deseo: que su hijo quiera ser torero y se arrime como aquellos a los que acompañó Ramos.
Para toreros con todas las letras los que en Talavera se congregaron por la admiración, el cariño y el respeto a un hombre: Joaquín Ramos. Qué cartel en su memoria...