«El arbol genealógico de Cayetano despertó a Las Ventas», por Calamaro
El artista argentino narra de puño y letra las emociones vividas en el único paseíllo de Rivera Ordóñez este San Isidro
La corrida se presentaba espesa. En resumidas cuentas, no hubo suerte. El tercero de la tarde mostraba quizás más condiciones y Cayetano supo entenderlo . Citó sentado en el estribo, lo toreó bien y gustando. Muy torero y culminando el trámite con una estocada limpia. Fue reconocido con un apéndice de premio, que paseó dando la correspondiente vuelta al ruedo.
Maestro absoluto de la escena, gestos de torería no escaparon al llenazo que agotó los asientos. Estaba despertando al No hay billetes de una tarde de expectativas altas.
Con el cierra plaza, se lo jugó todo citando al toro a portagayola . Por dos veces pidió que no soltaran al toro antes de caminar todo el perímetro de la arena, desde el tendido nueve hasta la puerta de chiqueros, en el dos. Supo entender al toro, al que sacó una "tanda" importante llevándole al caballo. Toreando de rodillas, con clase... No pudo rematar con una puerta grande, pero escuchó los aplausos entregados de todos los tendidos.
Decir Cayetano es convocar a los espíritus de dos grandes apellidos de la historia: hermano, hijo y nieto de toreros. Decir que los restos mortales de Orson Welles reposan bajo el aljibe de la finca de los Ordóñez. Esta estirpe de toreros tiene un vínculo con la cultura y el arte.
El viernes, en una tarde que parecía transcurrir espesa, e l árbol genealógico de Cayetano despertó a los tendidos, ya rendidos a una modorra que parecía definitiva. Y lo hizo por dos veces con los dos morlacos que le correspondían por sorteo. Desplegó entonces Cayetano los aromas del toreo de hoy y de siempre , con recursos, resuelto a romper la tarde. Y los aplaudimos como se aplaude a un Rivera Ordóñez… Premio al valor arrojado , al compás templado, a los recursos estilísticos y a la oferta de vida que los toreros ofrecen cada tarde.