Así fue la alternativa de Antonio Ordóñez hace 70 años
Se cumplen siete décadas del doctorado del rondeño, un día sin triunfo en el que la crítica coincidió sobre su futuro de figura del toreo
El jueves 28 de junio de 1951 Las Ventas se llenó hasta la bandera en la corrida a beneficio del Montepío de la Policía. En el cartel, la alternativa de un joven novillero que había cautivado a la afición madrileña con un triunfo apabullante en la feria de San Isidro, Antonio Ordóñez, al que secundaban las figuras emergentes del momento, Julio Aparicio y Miguel Báez ‘Litri’. La expectación por las nubes y los toros de Herederos de Galache, que ha decir de las crónicas «no tuvieron la presentación tan escasa como se decía, ni salieron tan bravos y manejables como se esperaba».
El doctorado de quien habría de ocupar un lugar de privilegio en los años siguientes, no fue de triunfo para el hijo del Niño de la Palma; al contrario, casi gris, y pasando un calvario con los aceros; mientras que el testigo de la alternativa, Litri, cuajaba una de sus mejores tardes en Madrid, con tres orejas y salida a hombros, y el padrino Aparicio cortaba un trofeo.
Sin embargo, las críticas sobre la actuación de Ordóñez coincidieron en la proyección de su personalidad como torero, y el buen futuro que se le presentaba.
Margen de confianza
En ABC, Giraldillo aseguraba que «no ha sido prematura la decisión de Antonio Ordóñez. Su alternativa era un acierto profesional». Señalaba el crítico que no tuvo un buen lote y se ajustó a lidiar, para añadir: «Si le juzgáramos por una tarde podríamos caer en error. Yo le otorgo el amplio margen de confianza que merece».
En la revista El Ruedo, su director Manuel Casanova, que firmaba las crónicas como Emece, recordaba que Corrochano dijo de Cayetano Ordóñez, a raíz de una novillada en Sevilla, «la Fiesta será lo que tú quieras que sea», y dirigiéndose al toricantano, sentenció: «Tú, muchacho, serás en el toreo, lo que tú mismo quieras ser; de tu decisión depende».
El toro de la alternativa se agotó y el sexto, de tan huido, acabó peligroso. Todos coincidieron en que Ordóñez defraudó con el estoque, y que si no hubiese sido por ese fallo, al que cerró plaza le pudo cortar algún trofeo tras una faena en la que hubo ahínco y porfía. «Temporada tiene aún Ordóñez por delante para consolidar la posición eminente que apuntó en la novillada de San Isidro», en la que cortó tres orejas.
Los b uenos augurios lanzados en la tarde gris de la alternativa se cumplieron con creces. En la temporada siguiente, el de Ronda se colocó en la cabeza del escalafón de matadores, y hasta su retirada tuvo el sello de una de las figuras más importantes de la segunda mitad del siglo XX.
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