Alejandro Rodríguez, ganador del Camino hacia Las Ventas
Jesús García corta una oreja en una novillada mixta que comenzó con un episodio bochornoso
Minuto de silencio en memoria de Victorino Martín en Madrid, su plaza, el escenario de tantos mitos, desde su primera salida a hombros a la Corrida del Siglo, el indulto de "Belador"... Un romance escrito con monumentales letras de oro en Las Ventas.
Este domingo era el turno de una novillada monstruo mixta, con Adrián Henche con caballos y los tres finalistas del Camino hacia Las Ventas : Alejandro Rodríguez, Diego San Román y Jesús García.
Este último cortó la única oreja de la tarde con un concepto de trazo largo y mano baja, con soltura, aunque de pocas apreturas; en el último, un ejemplar notable y con movilidad, perdió otro posible trofeo con el acero.
El triufador del certamen fue Rodríguez (Torres de la Alameda, 1997), que derrochó entrega y disposición toda la tarde, siempre queriendo, y dejó los naturales más despaciosos al primer noble jandilla; en el sexto, de más geniecito, anduvo algo más embarullado, pero con actitud de novillero. Más de una dura voltereta se llevó... Dio una vuelta al ruedo.
El mexicano San Román evidenció valor y la búsqueda de un concepto clásico, aunque su labor no acabó de trepar en el tendido.
La tarde tuvo malos principios. Desvirgó la arena "Trianero", un bonito jabonero de José Luis Marca que manseó desde la salida y lo hizo con descaro en el caballo. Siempre con la cabeza a media altura, careció de clase. En una de esas embestidas descompuestas, echó mano a Henche en una fea voltereta. Después de intentar recomponerse, se lo llevaron a la enfermería, donde se le apreció una contusión dorso-lumbar, pendiente de estudio radiológico, que le impidió continuar la lidia. Se hizo cargo del novillo el sobresaliente Víctor Manuel Rodado , que pegó un sainete y fue incapaz de matar al animal. Un esperpento en la primera plaza del mundo que acabó con los tres avisos y con Rodado en la enfermería con una contusión en el primer dedo y escafoides de la mano derecha. Por este motivo, no pudo lidiarse el segundo con picadores entre el enfado del personal. La gente repetía, y con razón, una pregunta: "¿quién ha puesto al sobresaliente?" Una temeridad e irresponsabilidad.
