FERIA DEL PILAR

Juan del Álamo, de la rabia novilleril al reposo en Zaragoza

Corta una oreja a cada toro con el mejor lote de la deslucida corrida de Fuente Ymbro

Juan del Álamo, de la rabia novilleril al reposo en Zaragoza fabián simón

ÁNGEL GONZÁLEZ ABAD

Zaragoza siempre ha sido plaza de brindis a las cuadrillas para celebrar el final de temporada. Ayer se repitió la historia cuando I ván Fandiño sacó al ruedo a los tres banderilleros, a los dos picadores, al mozo de espadas y al ayuda, para dedicarles el último toro de un año especialmente difícil para el torero de Orduña. Si la campaña tuvo el pistoletazo de salida el domingo de Ramos en Las Ventas en una apuesta que tuvo sabor amargo, en la Misericordia quiso arrancarse esa espina, sacudirse la sombra que le ha perseguido en todas sus actuaciones.

La mala suerte también le acompañó con un toro de Fuente Ymbro de transmisión creciente y de final maldito. Salió arrebatado con el capote y, tras ese brindis a los que le acompañan día tras día, se dobló en un comienzo de faena emocionante. El torero entregado, con decisión , citó en los medios y al segundo muletazo el funo dijo que no estaba para fiestas. Labor angustiosa porque el torero insistía con coraje y la cogida parecía cada vez más segura. Se desesperó con los aceros y le acompañó una cariñosa ovación , que despertó del silencio que se había hecho en su primero. [Así lo contamos en directo]

La seria corrida de Fuente Ymbro no dio muchas opciones y casi todas se las llevó un entusiasta Juan del Álamo , que anduvo con rabia novilleril con el encastado tercero en una faena que llegó mucho al tendido por la fuerza de las embestidas del astado, pero en la que a es e aire juvenil le faltó precisamente un punto de reposo. Nadie le puede negar al de Salamanca sus ansias de triunfo ni su valeroso estar, que tras una estocada le valió para pasear una oreja.

Otro trofeo se llevó del sexto, el mejor de la tarde, y con este sí que se templó, sobre todo por el pitón derecho en series de muletazos largos que calaron fuerte en el graderío. Con la zurda bajó la cosa que volvió a remontar en un final a derechas.

Manuel Escribano tuvo en su primero un toro tan noble como soso y el cuarto se le apagó. Si aquel no transmitió, el otro fue imposible.

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