FERIA DEL PILAR
La reserva maña de Santa Coloma
Buena tarde de Ginés Marín y Varea, que cortan una oreja de peso en Zaragoza
Volvían a la Misericordia los novillos de Los Maños-Vistahermosa tras el triunfo del año pasado. El recuerdo de aquel «Quejoso», el primer novillo indultado en los 250 años de vida del coso de la capital aragonesa, llenaba de ilusiones la tarde. Y todo, o casi todo, respondió a esa enorme expectación despertada por la novillada de Feria. Fiesta con aroma aragonés, con el toro como protagonista, esos toros que pastan en las Altas Cinco Villas , en las primeras estribaciones del Pirineo.
Los santacolomas de la familia Marcuello hicieron honor a su encaste. Cárdenos, sin excesos, finos, bonitos... encastados y bravos . Y la casta de los de ayer, casi toda buena. Tarde feliz para el ganadero, feliz para el público que disfrutó con el éxito de los criadores paisanos, y feliz para los toreros que tuvieron que emplearse con oficio para poder andar después con torería, que de todo hubo en la cuarta del Pilar , polémica incluida por orejas de más o de menos para Varea y Ginés Marín . Entre aplausos y ovaciones fueron recibidos los maños en el ruedo, y entre ovaciones se fueron al desolladero, especialmente el cuarto, «Matón» de nombre, hermano de «Quejoso», que recibió los honores de la vuelta al ruedo.
Le tocó en suerte «Matón» a Ginés Marín que lo lució siempre desde los primeros compases con el capote. Al caballo acudió con alegría. En la segunda vara se arrancó desde el mismo platillo de la plaza. Hubo gloria para todos pues el picador Agustín Navarro fue aclamado. Quitó Varea por apretadas chicuelinas y replicó Marín a la verónica. Aún quedaba un buen tercio de banderillas a cargo de Javier Ambel. En ese ambiente efervescente, Ginés Marín se hincó de hinojos en la boca de riego y desde allí citó arrogante. Ganas y ambición que por el pitón izquierdo alcanzaron altas cotas. Por allí las embestidas eran dulces y casi interminables y por ahí le sopló Ginés una serie de gloria, antes de acortar distancias y terminar muy metido entre los pitones con valentía. El espadazo ya valía una oreja y la segunda se la negó el palco, que en esta Feria anda un tanto despistado a la hora de valorar a los toreros. No tuvo dudas el usía para sacar el pañuelo azul que premiaba a «Matón».
No hubo ese premio para el segundo, que derrochó nobleza infinita por el pitón derecho. Gran novillo que tuvo enfrente a un Varea en plena sazón . Templó el de Castellón las embestidas hasta frenar la velocidad al ralentí. Le dio siempre la distancia que el novillo pedía y los remates por bajo supieron a toreo eterno. Por el izquierdo no era igual, y antes de la estocada, el final andándole con torería hacia los adentros tuvo el sello del mejor toreo. Una oreja de mucho peso.
El quinto, que protagonizó una brava pelea en varas, se lo brindó al ganadero José Marcuello en recuerdo al indulto del año pasado, pero las cosas cambiaron porque el astado se desentendió de la pelea y solo se apreció la disposición de Varea.
Tampoco brilló mucho Ginés Marín con el que abrió plaza, que no perdonaba una mala colocación.
El debutante Leo Valadez pasó sus apuros pese a la decisión con que se empleó toda la tarde. Mejor con el tercero, que se orientaba enseguida, que con el exigente sexto. Apuros con las banderillas y volteretón final, fue lo que dejó el mexicano en tarde feliz para sus compañeros, para el público y para el ganadero.
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