José Tomás «vuelve» a Las Ventas

Fue testigo de la confirmación de Fabián Barba en el broche del ciclo de encastes minoritarios

José Tomás «vuelve» a Las Ventas paloma aguilar

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José Tomás, acompañado de El Capea , acudió este domingo a la Monumental de las Ventas para ver la última corrida del ciclo de encastes minoritarios, donde confirmaba el mexicano Fabián Barba. Testigo de la ceremonia fue desde una grada.

La tarde que puso fin al mes de los encastes minoritarios en Las Ventas no pasará a la historia, ni por el juego de los atanasios de Hermanos Fraile Mazas, de los que sólo sobresalió el que abrió plaza, ni por la destreza de los toreros, a pesar de algunos pasajes aislados a cargo tanto de Pérez Mota como de Miguel Ángel Delgado, según crónica de Efe .

Fabián Barba confirmó la alternativa con un toro escaso de fortaleza, medido también de raza, berreón, pero que respondió en la muleta siempre y cuando el torero acertaba a dejarle puesto el engaño. Ahí precisamente falló el mexicano, con notables intermitencias, falto de mando y confianza para aprovechar las quince o veinte francas embestidas del atanasio.

El cuarto se movió pero sin llegar descolgar, es decir, con la cara natural, a media altura. La faena de Barba, demasiado plana y mecánica, de nuevo careció de historia.

El primero de Pérez Mota evidenció pocas fuerzas de salida, no obstante, apuntó calidad en la muleta. La faena, cimentada en el temple, tuvo fases de mucha finura, lo que unido también al ajuste y la reunión en muy poco espacio entre toro y torero, despertó notable interés en el tendido. Lástima que el condicionante del poco empuje por parte del animal impidiera que aquello llegara a tomar altura.

El sobrero de Pallarés que salió en quinto lugar al haberse corrido turno, lucía dos pitones descomunales, por grandes y astifinos. Pero todo lo que tuvo de presencia le faltó en esencia, sin fuerza alguna y en actitud defensiva, imposible para robarle dos muletazos seguidos. Pérez Mota anduvo decoroso pero sin poder lucir, y, al igual que en su primero, manejó con desacierto los aceros.

Miguel Ángel Delgado sorteó en primer un lugar un toro de informales y descompuestas embestidas, aunque la virtud de la movilidad hizo que transmitiera a los tendidos. Le costó al sevillano cogerle el aire, aunque, al final, acabaría acoplándose sobre todo al natural, por donde extrajo un par de series más que interesantes dentro de una faena lo que se dice voluntariosa.

El sexto tampoco aportó gran cosa. Se movió, sí, pero nunca se entregó, navegando entre la sosería y la falta de clase, hasta que se agotó definitivamente. Delgado estuvo otra vez afanoso , jugándose el tipo en la apertura de faena, pero el grueso de la misma apenas tuvo consistencia a pesar de las ganas que puso el de Écija, que acabó metiéndose entre los pitones.

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