Esaú, cogido dos veces, convence con Alcurrucén en Sevilla
Sufre dos tremendas volteretas y pierde las orejas por fallar con la espada, tanto con un toro estupendo como con otro peligroso
Esaú Fernández se la jugó sin cuento alguno en Sevilla y fue quien respondió ante una más que manejable corrida de Alcurrucén, que si bien manseó en los primeros compases —típico del encaste Núñez—, tuvo mucho que torear en el tercio final. Y con un astado, el primero, de los que posibilitan un triunfo importante.
Y ese triunfo a punto estuvo de conseguirlo el de Camas, muy centrado toda la tarde tanto con ese primer gran toro como con el incierto y complicado cuarto. Pero la espada en ambos casos se llevó por delante dos orejas, dos, que se escribe pronto. Se llevó dos escalofriantes volteretas en ambos, saliendo indemne por fortuna.
El peso de la tarde, por tanto, corrió a cargo de Esaú. Un tío el primero, que salió suelto y sin fijeza de los capotes pero que repetía cuando tomaba los engaños. Lo vio el camero, que brindó al público y comenzó a bajar la mano en tres series diestras de cinco y seis muletazos lentos, con gusto y ligazón. Iba «Fatigoso» detrás de la pañosa mientras Esaú se gustaba. Alargó la embestida al natural, donde al de Alcurrucén le costó algo más ir hasta el final. Tras dos series a zurdas acortó distancias, quiso adornarse con una especie de «arrucina» por la espalda y llegó la voltereta tremenda, seca. Lanzó el toro a Esaú por los aires y sin terminar de dar con sus huesos en el albero lo volvió a prender . Un pelele era el torero. Espeluznante. Por fortuna sin consecuencias. Volvió a la cara del astado y le dejó una postrera serie diestra. Se fue detrás de la espada y detrás se dejó el brazo hasta en cuatro ocasiones antes de enterrar el acero. Una pena.
Otra voltereta, más escalofriante, sufrió al recibir a portagayola al cuarto. Nos temimos la cornada y de nuevo el milagro se produjo en el coso del Baratillo. Otro tío este «alcurrucén» que llegó al tercio final incierto, probón y sabiendo lo que se dejaba detrás. Esaú le adelantó el engaño al natural, tiró del toro y lo llevó largo, embarcado, con ligazón. Dos series de muy buen nivel en las que además aguantó mucho. Lo mismo a diestras. Faena estructurada, con sentido e incluso medida. Tenía la oreja ganada a ley. Pero de nuevo se lió a pinchar. Vaya tela, Esaú, con el esfuerzo que hiciste... Pero es posible que lo volvamos a ver en el coso del Baratillo el 12 de octubre .
Borja Jiménez tuvo en su primer Alcurrucén un astado noble que metía bien la cara aunque le faltaba algo de transmisión. Pero servía. El menor de los hermanos espartineros anduvo siempre animoso pero sin acoplarse. De más a menos. Muy mal con la espada.
Con el quinto pudo dejar algunos momentos más lucidos ante un toro que fue de largo en la primera parte de la faena y que aunque quería irse a tablas tomaba la muleta . La voluntad no fue suficiente para conjuntarse con su enemigo. Lo mejor, la estocada.
Lama de Góngora toreaba su segunda tarde tras la alternativa en abril. Acusó la inactividad en su primero, donde se le vio falto de confianza y sin cogerle el ritmo a un astado que pasaba pero que acusó la leña que le dieron en el caballo.
Y al sexto, otro que repitió en los primeros compases —también le dieron lo suyo los varilargueros— y al que toreó más con la voz que con la muleta. Había brindado al abogado Joaquín Moeckel y, por desgracia, la faena no sólo no tomó vuelo sino que se fue apagando a medida que transcurrían las tandas, el toro se paraba y el torero no conseguía su propósito.
Noticias relacionadas