Albacete: de un cortijillo de ensueño a la esperanza de Carretero
Cortó la única oreja y sufrió un volteretón con una notable novillada
Y ahí estaba «Chalán», tan guapo, con sus hechuras para embestir... Menudo fue: él solo regaló más embestidas de clase que algunos encierros al completo. De ensueño este novillo del Cortijillo , que lidió un notable conjunto. Para Dámaso fue el brindis de Filiberto, que tuvo la suerte (¿o no?) de encontrarse con un «Chalán» que se toreaba solo : con un tranco a más, planeaba incansable con fijeza y nobleza por el derecho, por donde obtuvo series de ligazón y reunión.
La madre naturaleza no se conformó con otorgarle un pitón bravo, le premió con los dos, y por el zurdo el murciano se templó en una gran tanda, con la muleta de barrendera. Luego hubo altibajos, sobre todo cuando no halló la distancia y se dejó tocar las telas con un núñez de bandera. Pinchó y el ejemplar se marchó con las dos orejas puestas en medio de una sonora ovación. Sin las excelencias del anterior, el cuajado cuarto también fue bueno . El murciano, algo friote, enseñó su mano baja y su búsqueda del temple, pero a veces ahogó el viaje y otras se lo echó hacia fuera.
En lo artístico la tarde tuvo un nombre: Diego Carretero, ganador de la Espiga de Oro . El menudito torero, con un tupé a lo Elvis, posee cierto ángel, con un toque de fragilidad y un gusto ilusionante. Esperanzadora su faena, con detalles como el suave prólogo y un cambio de mano ante un novillo renqueante y de dos velocidades. Con galanura pintó los ayudados finales antes de la estocada. Suya fue la única oreja. Se llevó el lote más deslucido, pues el sexto -con el que pegaron un mitin en banderillas- no le permitió brillar aunque asomaron gotitas de su personalidad en algún natural suelto. Por ahí se le metió por dentro y le pegó un volteretón . Con una contusión en la pierna, pendiente de estudio, cojeaba ostensiblemente y le costó una eternidad darle matarile.
El suelto segundo acudía con motor y son. Pedro Jesús Merín no lo entendió, recibió una dura voltereta y a punto estuvo de oír los tres avisos. Sin chaquetilla y con una brecha en la frente, quiso pero no pudo resolver los problemas del señor y reservón quinto.