David de Miranda corta una oreja en la Maestranza
Durán y Fermín dan sendas vueltas al ruedo en la última novillada del abono
La última novillada del abono sevillano -sólo quedan los festejos de la feria septembrina de San Miguel- se ha saldado con el corte de una oreja por parte del novillero onubense David de Miranda, que mostró su irrefrenable progresión en el coso del Baratillo.
Novillos de Rocío de la Cámara -quinto y sexto con el hierro filial de Cortijo de la Sierra -, muy bien presentados. El primero resultó potable pero un punto rebrincado; de más a menos el segundo, que acabó muy aplomado; bronco y manso el tercero; aplomado el cuarto; de buena condición en la muleta el quinto; el sexto, más ofensivo y descompuesto, dio pocas opciones.
David de Miranda, ovación tras leve petición y oreja.
Curro Durán, palmas tras aviso y vuelta al ruedo.
Alejandro Fermín, vuelta al ruedo y silencio tras aviso.
En cuadrillas, destacó el banderillero Cristopher Fourcart lidiando al segundo y banderilleando al quinto.
La plaza registró un tercio de entrada en tarde bochornosa.
De Miranda volvió a mostrar su concepto basado en el valor con un primero de mejor comienzo que final que sí le dejó andar firme y muy dispuesto. Con el cuarto apretó el acelerador a fondo en una faena que tuvo su mejor expresión por el lado izquierdo pero que alcanzó su definitiva importancia en un sereno arrimón que amarró la valiosa oreja que cortó.
Se presentaba en Sevilla el utrerano Curro Durán , que brilló más y mejor manejando la mano izquierda con sentido de la cadencia y mimo en los toques con un segundo que duró muy poco. El quinto fue el más franco en la muleta aunque a Durán, tan entregado, como embarullado, le pesó en demasía su escaso oficio esta vez.
El cacereño Alejandro Fermín se presentaba en La Maestranza y demostró que tiene muchas ganas de ser torero. Se sobrepuso a una fuerte voltereta y toreó templado y encajado a un novillo bronco y deslucido -el tercero- que se dejó algo más en la muleta después de sembrar el desconcierto en los primeros tercios. Con el sexto, algo bruto y protestón, sólo pudo mostrar entrega y buena disposición.
