Juan del Álamo brinda al Rey la primera oreja de San Isidro
Don Felipe presenció la corrida que estrenaba la feria, una auténtica mansada con la que Del Álamo logró un trofeo y sufrió un tremendo arreón
![Juan del Álamo brinda al Rey la primera oreja de San Isidro](https://s3.abcstatics.com/Media/201505/08/alamo-brindis-rey--644x362.jpg)
No resulta brillante la primera corrida de San Isidro. Los toros de los Hermanos Lozano, todos colorados salvo el cuarto, mansean, dan pobre juego en el caballo, huyen, son deslucidos. Con inteligencia y valor, Juan del Álamo arranca una oreja pero sufre un fuerte porrazo, en el último; Pepe Moral muestra sus buenas maneras.
Al comenzar la Feria, los aficionados nos encontramos con una gratísima sorpresa: en una corrida que no tiene nada de extraordinario, en una barrera, como uno más (y como a su padre le gusta hacerlo), asiste el Rey Don Felipe, al que brindan su primer toro los tres espadas.
Recuerdo una hermosa definición de Balzac: «Un rey es la patria encarnada». Por eso, me parece lógico que el Rey de España esté, con su pueblo, en una fiesta popular española. No hace mucho, coincidíamos en eso, en un acto de la Real Academia, José María Álvarez del Manzano y yo. Nos aseguró Don Felipe que él no tiene nada en contra de los toros, aunque no sea un experto. Es lo mismo que les pasa a muchísimos españoles, apostillé yo.
En los toros
Don Felipe, en los toros. Como Carlos V, que alanceó un toro, en Valladolid. Como Felipe II, que resistió a las presiones del Papa para prohibir la Fiesta. Como la popularísima infanta Isabel, «la Chata». Como Don Juan, que inauguró el Palco Real de Ronda. Como Doña María, tan currista. Como Don Juan Carlos, que hace muy poco, en ABC, aseguró que, ahora que tenía más tiempo, iría más a los toros...
Joselito Adame cortó una oreja en Sevilla; es el diestro mexicano más acostumbrado al toro que aquí se lidia. El primero huye de los caballos, es manso encastado, arrea mucho. Molesto por el viento, el diestro lo prueba en varios terrenos pero sin éxito; sólo al final, algunos derechazos, aprovechando que ya embiste con menos violencia. Mata de lejos, con habilidad. El secreto de este «Barba azul» era la mansedumbre. El cuarto sale coceando de los caballos, se duele en banderillas; en la muleta, se mueve pero se desentiende, no transmite nada. Joselito aguanta, sin lucimiento, y mata caído.
Desde el año pasado, Pepe Moral atrae la atención de los aficionados. Creo advertir el magisterio de Manolo Cortés en su estilo clásico, de muletazos largos y templados. El segundo toro barbea tablas, se para delante de los capotes, pega arreones. Por la derecha, busca, no tiene ni un pase. Tragando mucho, el diestro le saca algún natural de buen estilo, que nadie esperaba, y mata con decisión, pero falla con el descabello. (Ya en el brindis a Don Felipe le había advertido con gracia de las dificultades de la res). El quinto cumple en varas pero es incierto, huido; resulta manejable pero soso, no transmite nada. Citando desde el centro, Moral dibuja derechazos y naturales de buen trazo pero que tienen escaso eco en el público, ya cansado de tanta mansedumbre. Alarga la faena sin necesidad, como ahora es habitual. Sin triunfar, ha mostrado su estilo de muletero clásico.
Como un boxeador
El joven salmantino Juan del Álamo ha cortado un trofeo varias veces en esta Plaza; le falta un éxito fuerte para consolidarse en la primera línea. Hoy lo roza (pero también la enfermería). En el tercero, huido a chiqueros, se luce con los palos Domingo Siro. Con inteligencia, lo llama desde el centro, aprovecha la inercia del toro, que sí tiene movilidad; aguantando coladas, tragando mucho, logra series de muletazos con emoción por los dos lados, hasta que el animal se raja. Ha estado muy valiente pero algunos le afean que fuerza la figura. Se entrega al matar y corta una oreja, protestada por los más exigentes. En el último, que embiste incierto, con la cara alta, se dobla bien, muy firme. En un natural, el toro se le para y le da un porrazo tremendo en el pecho, como si fuera un boxeador. (Sufre una contusión en la región costal derecha, pendiente de estudio radiológico, de pronóstico leve). Le quitan la chaquetilla, se repone un poco y todavía le saca algunos derechazos. Mata a la segunda y completa una muy digna actuación. El público se queda con ganas de volver a verlo, el próximo martes.
Mansos y huidos
¿Se habrá aburrido Don Felipe con tantos toros mansos? También en la política hay mansos y huidos; en los dos terrenos, hay que darles la lidia adecuada, castigarlos, no dejar que se vengan arriba...
La noticia de la tarde ha estado en la barrera del tendido «1»: el Rey de España, Don Felipe, con su pueblo, en los toros. Como debe ser.
Posdata. «La inauguración de la temporada de toros en Madrid es mucho más importante que un cambio de Gobierno. Por toda España se habla de los toreros, de la casta de los toros; el que anda escaso de dinero hace economías para procurarse un buen puesto en la Plaza; los padres prometen a los hijos estudiosos que los llevarán a una corrida; los amantes se lo prometen a las hermosas; los periódicos aseguran que será una buena temporada. Millares de personas no hablan de otra cosa». Lo escribe el italiano Edmundo de Amicis, el autor de la famosa novela «Corazón», en 1872.
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