Leyenda y anécdotas de Miura, distinguida con el Premio Taurino de ABC

El jurado destaca la labor de los ganaderos que mantienen el tesoro de la casta brava

Leyenda y anécdotas de Miura, distinguida con el Premio Taurino de ABC raúl doblado

andrés amorós

El jurado del Premio Taurino de ABCha distinguido a la ganadería de Miura «por su conservación de un legado centenario, con fidelidad a su concepto del toro bravo y el mérito añadido de haber vuelto a lidiar con éxito en la Feria de San Isidro». Con este trofeo, «se quiere rendir también homenaje a la labor de tantos ganaderos, que, a pesar de todas las dificultades, han mantenido el tesoro de la casta brava, fundamento invariable de la Fiesta».

Miura, un nombre importante en la Tauromaquia, ha estado este año de actualidad: después de nueve años de ausencia, volvió a Las Ventas para cerrar la Feria de San Isidro, colgó el cartel de «No hay billetes» y lidió un gran encierro. En la próxima Feria de Abril, se cumplirán los 75 años consecutivos de lidiarse estos toros en el coso sevillano.

Ninguna otra ganadería brava lleva tantos años, en manos de la misma familia. Baste con recordar que don Juan Miura, el creador, debutó con sus toros, en Madrid, el 30 de abril de 1849.

Un metro de pitón a pitón

A lo largo de los años, los Miuras han mantenido su singularidad. Ante todo, por su tipo inconfundible: son altos, variados de capa, abiertos de pitones, agalgados, largos («como un tranvía» o «como un día sin pan», según la expresión castiza). Aunque pesen cerca de seiscientos kilos, parecen escurridos, con un cuello («gaita») muy largo. Suelen lucir una estampa espectacular, que impresiona. No se me olvida, por ejemplo, aquel que mató Roberto Domínguez y que medía más de un metro, de pitón a pitón.

Todos conocen, además, su leyenda terrorífica . Como me decía, hace años, don Eduardo Miura, «el toro nuestro no es que sea más difícil, es que es diferente, mantiene una personalidad propia». Por eso, salgan más o menos bravos, el aficionado los espera siempre con ilusión.

Este mítico nombre ha llegado hasta el Diccionario de la Real Academia: «Toro de la ganadería de Miura, famosa por la bravura e intención atribuida a sus reses». Y añade otra acepción: «En sentido figurado, llamamos miureño a la persona aviesa, de malas intenciones». Su fama se extiende también a la poesía popular. Recuerdo una soleá: «Ya no me importan los Miuras / si atropiezo en el paseo / con tus miradas oscuras».

Fama de listos y peleones

Tienen fama los Miuras de pelearse mucho, en los corrales. Todavía se recuerda la historia del toro que, una vez desencajonado, no hubo forma de hacerlo volver a los chiqueros. Al final, los diestros tuvieron que hacer el paseíllo por el callejón, mientras el Miura los esperaba, arrogante, en el centro del ruedo.

También tienen fama de listos , de aprender muy pronto. Me acuerdo del Miura que, en Murcia, saltó dos veces al callejón: la primera, hacia el burladero donde estaba el empresario; la segunda, hacia el alcalde de la ciudad... Y del que, en Sevilla, parecía perseguir a Remedín Vázquez, cayó sobre un burladero interior, desgajó una enorme astilla y no cabía por el callejón...

Zahonero, toro bravo

«Estas sus viejas historias» –por usar los términos de Jorge Manrique– «con otras nuevas victorias / agora las renovó». El pasado 8 de junio, en Las Ventas, Miura volvió a estar a la altura de su fama . Varios toros fueron ya aplaudidos de salida, por su bella estampa. Tres de ellos, segundo, cuarto y sexto, dieron un gran espectáculo, fueron muy aplaudidos. Recojo algo de lo que dije en la crítica:

«El momento culminante de la tarde –y uno de los mejores de toda la Feria– lo vivimos con el segundo toro de Miura, Zahonero, muy en la línea de la ganadería. Acude al caballo de largo, levantando una gran ovación... A pesar del castigo recibido, el toro sigue embistiendo de largo, galopando... Pronto, el público se pone totalmente de parte del toro. ¿Por qué no concede el presidente la vuelta al ruedo? No lo sé. Rafael Morales tituló escuetamente uno de sus libros así: Granadeño, toro bravo. Sigo su ejemplo. Después de tantos toros que se dejan, hemos disfrutado con un espectacular toro bravo: Zahonero, de Eduardo Miura, queda en nuestro recuerdo de aficionados».

El día que Belmonte tocó un cuerno

Muchas figuras del toreo se han consagrado con los toros de Miura. Antes de la guerra, por supuesto, Joselito y Belmonte. (Cuenta la leyenda que, en 1914, don Eduardo, «el de las patillas», lloró cuando le contaron que Juan le había cogido el pitón a uno de sus toros: «¡No puede ser!»). También, Ignacio Sánchez Mejías, Manolo Bienvenida, Marcial Lalanda, Domingo Ortega. En las grandes Ferias, las figuras mataban la de Miura y otra, como un doble examen. Después de la guerra, Pepe Luis –el gran amigo de don Eduardo–, Luis Miguel, Diego Puerta, Paco Camino, Manolo Cortés, Ruiz Miguel, José Antonio Campuzano, Esplá...

Han cambiado muchas cosas en la Fiesta pero los Miura continúan, como ejemplo de toro serio, encastado, singular. Si el toro bravo debe seguir siendo el elemento esencial de la corrida, es muy justo que ABC premie a este hierro legendario.

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