Un paseo por la historia de la Feria del Pilar
Un aficionado coloca el cachirulo a Ortega Cano, muy querido en tierras mañas - abc

Un paseo por la historia de la Feria del Pilar

La plaza de toros de la Misercordia celebra su 250 aniversario

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La plaza de toros de la Misercordia celebra su 250 aniversario

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  1. Aquellos maravillosos años

    Un aficionado coloca el cachirulo a Ortega Cano, muy querido en tierras mañas
    Un aficionado coloca el cachirulo a Ortega Cano, muy querido en tierras mañas - abc

    Las temporadas de 1913 y 1914 fueron, sin duda, las que los zaragozanos vivieron con mayor pasión. La competencia surgida entre Herrerín y Ballesteros hizo que el coso de la Misericordia se quedara pequeño. Durante aquel tiempo se decidió la ampliación que se completó en 1917, cuando los dos toreros habían desaparecido trágicamente. Herrerín fue cogido mortalmente por un novillo en Cádiz en septiembre de 1914 y Ballesteros cayó en Madrid un día de abril de 1917.

    Zaragoza vivió hace un siglo con estos dos novilleros su Edad de Oro del toreo. Florentino Ballesteros, un niño del hospicio, fino en su estilo, esencialmente clásico, se complementaba con las formas más toscas de Jaime Ballesteros «Herrerín», un mozo del barrio de las Tenerías. Un bello romance de torería que describe el crítico Don Indalecio: «Zaragoza era una sucursal de Triana. Luchas apasionadas en las calles, en los cafés, en los periódicos y en la plaza». En el ruedo la competencia, en los tendidos la pasión. Las novilladas con los dos acartelados juntos, algunas veces en reñido mano a mano como en la Corrida de la Prensa de aquel 1914, no defraudaron nunca a sus partidarios y el duelo traspasó los límites aragoneses y se trasladó a toda España.

    Por eso no es de extrañar el bajo estado de ánimo con que los aficionados recibieron la Feria de hace cien años. El mundo en guerra, la muerte de Herrerín tan reciente, el esfuerzo de Ballesteros de no rehuir su compromiso y anunciarse con una novillada de Zalduendo... una Feria la de aquel año en la que se vio toda la genialidad de un torero único como Rafael Gallo.

    Y dando un salto en el tiempo nos vamos a octubre de 1964, medio siglo atrás. La Misericordia vivió uno de los momentos culminantes de uno de los mejores toreros aragoneses. Fermín Murillo, con una alternativa de 1957, se entretuvo en cortar seis orejas en tres corridas de toros, y antes, allá por mayo de aquel año, se había llevado los máximos trofeos de una de las corridas de la primera parte de la temporada. Diego Puerta triunfó también a lo grande y Curro Romero, en una plaza en la que no se prodigó mucho, dejó sus gotitas de esencia con el capote.

    No faltó aquel 64 la nota trágica con la grave cornada del novillero El Monaguillo, y no faltó en aquel Pilar un temible convidado, el cierzo helador que tantas tardes de toros se ha cargado a lo largo de la historia de La Misericordia. Un cierzo que si volvemos la vista un cuarto de siglo, en 1989 ya estaba cortado por la cubierta que, todavía sin culminar, había instalado el empresario Arturo Beltrán un año antes. En aquellos carteles nos encontramos a Roberto Domínguez, a Ortega Cano en pleno esplendor de su carrera, a Litri, a Espartaco, Julio Robles, a El Soro y Víctor Mendes, a Raúl Aranda, a Manili, a los hermanos Campuzano, y a un Rafi de la Viña, que, todo pundonor, puso la plaza boca abajo en una tarde redonda que le permitió ser el triunfador de la Feria.

  2. Hace un siglo: la gran tarde de Rafael el Gallo

    Rafael el Gallo
    Rafael el Gallo - abc

    En pleno conflicto bélico mundial la Feria del Pilar de 1914 tuvo como máximo protagonista a Rafael el Gallo [en seis genuinos pasos], un torero genial que se anunció en las tres corridas de toros. Le sobraron las dos últimas, pues en la primera, el 13 de octubre, en un mano a mano con su hermano Joselito -entre palmas y pitos-, encandiló como pocas veces al entonces temible público zaragozano. Se lidiaron toros de Felipe Salas y al quinto el gitano le cortó las dos orejas y el rabo. «Una faena derrochando arte, solo con el toro. La música colabora con el Gallo, y el público, puesto en pie, subraya con sus aplausos la labor del artista», señala la reseña publicada en ABC. Cómo sería la cosa que tras un pinchazo, media estocada y un descabello le concedieron los máximos trofeos. Fue aquella actuación una inyección de ánimo para los aficionados que hacía poco más de un mes habían visto rota la época del toreo de mayor pasión en la capital aragonesa. Un novillo de Antonio López Plata acabó con la vida de Jaime Ballesteros «Herrerín» en Cádiz el 6 de septiembre. Se acabó de forma tan trágica la pugna con Florentino Ballesteros a quien, sin duda, le pesó la desaparición de su rival. En la novillada de Zalduendo, formando terna con Algabeño II y Chanito, al zaragozano se le vio desconfiado y descentrado escuchando un aviso en su primero y dos en el otro.

    En la segunda de Feria, los toros de Miura no permitieron el triunfo de los diestros. Los Gallo se fueron entre división de opiniones y el mexicano Rodolfo Gaona fue ovacionado.

    Se cerró el ciclo con una corrida de Moreno Santamaría para Rafael El Gallo, que de nuevo se fue entre las palmas de sus partidarios más acérrimos y los pitos del resto. Brindó el cuarto al conocido aficionado y mecenas Francisco Urzáiz y «hace una faena de muleta incolora y desconfiada» según reza la crónica abecedaria. Mejor suerte corrieron en aquella corrida Gaona, que cortó una oreja en cada toro, y el gallego Celita, que consiguió iguales trofeos. Los dos se lucieron con capote, banderillas, muleta y estoque, y eso que Gaona no pudo matar al quinto al resultar herido leve en la mano derecha. La estocada corta que recetó el Gallo a aquel toro le llevó el trofeo a la enfermería.

  3. 50 años atrás: Murillo y tres mocitos sevillanos

    Fermín Murillo
    Fermín Murillo - t. naranjo

    «Tres mocitos sevillanos» fue el título que eligió Antonio Díaz-Cañabate para su primera crónica de la Feria del Pilar de 1964. Diego Puerta, Curro Romero y Paco Camino con toros de Benítez Cubero y el rejoneador Álvaro Domecq por delante. La tarde se la llevó de calle Puerta con tres orejas, mientras que el crítico de ABC reconocía las «¡verónicas cristalinas!» de Curro, la «demasiada facilidad» de Camino y la excepcional lidia de Domecq ante un novillo del duque de Pinohermoso.

    Tres sevillanos en una Feria que tuvo un marcado acento aragonés, pues triunfó a lo grande Fermín Murillo, que cuajó su mejor ciclo pilarista. Tres orejas cortó de la corrida de Antonio Pérez, dos más de la de Urquijo y una de la de Concha y Sierra en unos días marcados por el frío cierzo que en muchas ocasiones hacía tiritar a los espectadores. Seis orejas de Murillo que se unieron a las dos y el rabo que había cortado en una corrida en el comienzo de la temporada zaragozana. Sobre todo, Cañabate reconoce el mérito de Murillo ante un toro de Urquijo: «Arte prodigó en sus pases, que por esta vez fueron variados, arte que tiene la virtud de las copicas [de licor], de infundir, de extender el optimismo».

    En la Feria repitió Camino, al que el Caña le recrimino «su mandanga» y triunfaron Raúl García y Serranito, que cortaron dos orejas, y el novillero El Monaguillo, con mucho cartel entonces, que se llevó dos trofeos y una grave cornada.

    El ciclo acabó un martes y 13 con «viento de nieve, de hielo, de demonios coronados» se lamentaba el crítico de ABC que, sin embargo, glosó la jota del sexto al despedir la temporada: «El recuerdo más agradable que tendré de ti será esta jota final».

  4. Hace 25 años: De la Viña triunfa a última hora

    Rafael de la Viña
    Rafael de la Viña - botán

    El Pilar de 1989 se celebró con la cubierta sin concluir y entre las muchas cosas que ocurrieron en el ruedo, lo mejor llegó en el capítulo final, en la octava de Feria, en el sexto toro de Manuel Álvarez. El albaceteño Rafael de la Viña se había quedado fuera de los carteles y en el tiempo de descuento cogió la sustitución del lesionado Rafi Camino. No regateó esfuerzos y hubo «buen toreo y valor» hasta la estocada final. Dos orejas, una más a su primero, a hombros y triunfador de la Feria.

    Por delante hubo otra gran tarde, la del día 13 con Roberto Domínguez, Ortega Cano y Litri a hombros tras lidiar una buena corrida de Manuel González con un remiendo de Carlos Núñez; y el esfuerzo de Raúl Aranda, Julio Robles y Espartaco ante una mansada de San Román el día del Pilar.

    Se despidió de los ruedos el turolense Justo Benítez en una tarde sin brillo en la que actuó junto a El Soro, torero al que apoderaba; y hubo dos tardes en las que los toros de la Viuda de Garrido y un sobrero de Flores Tassara pusieron a prueba el valor de José Antonio Campuzano, Manili, El Boni y el portugués Víctor Mendes.

    Fue la de aquel 1989 una Feria de consolidación, con mucho público en los tendidos. El empresario Arturo Beltrán se mostraba satisfecho: «Tengo que decir que estamos creciendo. No se ha puesto el no hay billetes en ninguno de los festejos, pero hemos conseguido más de un ochenta por ciento del aforo en conjunto. Por primera vez desde 1986 el Pilar nos ha dado beneficios». Y se refería a la importancia de los festejos populares: «Hasta cuatro veces hemos llenado diariamente durante todo el abono con vaquillas, recortadores y toros de fuego».

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