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El 'Tigre de Gales' doma al viento de levante en Chiclana

Tom Jones regala una noche inolvidable con un concierto de una hora y media, donde el viento de levante hizo presencia y obligó a la organización a tomar medidas preventivas

Tom Jones, en Concert Music Festival nacho frade

Pepe Ortega

Chiclana

Al Tigre de Gales no lo para el viento de levante, por muy fuerte que sople en Sancti Petri. Sale al escenario, coge el micrófono y con solo una palabra lo convierte en una brisa marina. Es el poder de uno de los artistas más aclamados de todos los tiempos. Es Tom Jones.

El público de Concert Music Festival se encargó de darle la bienvenida que el tiempo no le dio: las fuertes rachas de viento provocaron que la organización retrasara el inicio de la actuación treinta minutos y bajase las dos pantallas por precaución. Las miles de personas que se dieron cita en Chiclana se levantaron de sus asientos para celebrar la entrada del galés, que entró como quien entra en la panadería a por una barra de pan y dos molletes. Tal vez eso, aparte de los cientos de miles de discos vendidos y todos los premios que avalan su carrera, sea lo que le haga grande.

Tom Jones agradeció la cálida bienvenida y arrancó con 'I'm growing old'. Sí, Tom, pero cualquiera firmaba envejecer como usted. «I'm growing dimmer in the eyes;I'm growing fainter in my talk; I'm growing deeper in my sighs; I'm growing slower in my walk». Sabemos que Tom Jones tiene 84 años porque así consta en su documento de identidad. Pero en algún momento de su vida debió de beber de la fuente de la eterna juventud. Su torrente de voz no sabe qué es el paso del tiempo; la fuerza con la que pisa el escenario tampoco. Nació para esto, eso está más que claro.

El artista alternaba temas de pie y sentado, pero para uno de sus himnos había que levantarse y coger bien aire.«It's not unusual to be loved by anyone; It's not unusual to have fun with anyone; But when I see you hanging about with anyone; It's not unusual to see me cry». Ese ritmo, esa letra, esa voz. Existe una definición de «felicidad» que no viene en la Real Academia Española y tiene a 'It's not unusual' de banda sonora. Felicidad: ese espacio de tiempo que transcurre entre que Carlton Banks le da al play de su equipo de música y El Príncipe de Bel-Air interrumpe su coreografía. Entre el público de Concert Music Festival nadie cogió una vela y la utilizó de micrófono pero la felicidad era palpable en sus caras.

El repaso por sus éxitos no podía olvidarse de 'Sexbomb'. «Sexbomb, sexbomb you're my sexbomb; And you can give it to me when I need to come along; Sexbomb, sexbomb you're my sexbomb; And baby, you can turn me on». Sin duda, se vivió uno de los momentos especiales de la noche. Sin embargo, el levante interrumpió la fiesta para darle aún más emoción si cabe al concierto.

«Vamos a hacer un parón hasta que el viento se calme un poco», anunciaron desde la organización del festival. Tom Jones y la banda se retiraron al camerino mientras la incertidumbre se apoderaba de un ambiente azotado por las rachas de viento. Veinte minutos más tarde, volvieron a encenderse las luces. Quien pensase que el Tigre de Gales no iba a continuar el concierto es que no lo conoce. Reapareció y lo hizo con 'Delilah', por si hacía falta volver a reactivar al público. Los bailes se repetían en la grada y cantaban con el galés aquello de «My, my, my Delilah; Why, why, why, Delilah». Nada iba a parar una noche especial en Sancti Petri.

«Tras rendir tributo a Prince», el autor de 'Kiss', y de contar una anécdota con el gran Elvis Presley, el espectáculo llegaba a su fin. Había que terminarlo por todo lo alto y qué mejor forma de hacerlo que con 'Johnny B. Goode'. Tom Jones dio las gracias y se marchó con la misma humildad que con la que llegó. Y con la batalla ganada al levante, algo que en Cádiz no todo el mundo lo puede decir.

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