Bienal de Flamenco
El teatral baile de La Lupi
La bailaora malagueña ha debutado en esta Bienal de Flamenco con «Lenguaje oculto»
Por fin ha llegado La Lupi a la Bienal de Sevilla. La bailaora malagueña hizo su debut en el festival con su última creación, la obra titulada «Lenguaje oculto» en un escenario sembrado de biznagas de papel, en clara referencia a sus orígenes.
La Lupi ha querido desvelar a través de esta hora y media en el escenario, que no abandona en ningún momento ni para cambiar su vestuario, su devenir por la vida, cómo ha sido el baile qué le ha marcado para bien y para mal, los acontecimientos que le han ocurrido, y cómo al final el baile ha sido sanador.
Bailaora con unas características especiales , sobre todo en lo recogido de su forma de ejecutar, y en los terrenal de su situación en escena, La Lupi recuerda en muchos momentos los gestos y los remates de las antiguas bailaoras , aquellas que aparecían en los documentales de primeros de siglo, bailando la Mosca en Granada, o haciendo cambrés imposibles como los de La Golondrina del Sacromonte.
No tiene La Lupi el baile alado de la Escuela Sevillana, es todo lo contrario, recogimiento y drama, porque en cada momento la bailaora está intepretando bien con las manos, pies, y sobre todo con su rostro, lo que la dramaturgia quiere transmitir.
En este viaje por la vida, surge La Lupi de unos tules que la desvelan en el escenario, para comenzar un recital de baile personalísimo que ha servido en esta ocasion para contar una historia, su propia historia. Su primer amor, su inseguridad, el crecimiento, la mujer convertida en invisible por madurez, las clases que nunca se olvidan y la esperanza.
En esta cita La Lupi no está sóla, un atrás en el que destacan las guitarras de Oscar Lago y Curro de María , el cante de Alfredo Tejada, Cristo Heredia y los Makarines , que conforman un perfecto acompañamiento.
Bailan con La Lupi nada menos que Pol Vaquero , que por bulerías hace lo que quiere con sus pies, no en vano tiene la escuela de Canales, y plantea unos hermosísimos brazos y un baile de remates imprescindibles. El baile de La Lupi por bulerías está lleno de detalles y es siempre el de una bailaora muy expresiva, no sólo con sus manos y brazos, a pesar de estar siempre en recogimiento, sino también con sus expresiones, puestas en esta obra con exceso quizás en algunos momentos, al servicio de la historia
La Lupi baila por tangos con un gran mantón que mueve a placer, y luego con abanico, para luego ofrecer el momento mas impactante de la noche, cuando ataviada con bata de cola va a bailar por cantiñas. Pero la cola de esa gran bata se mueve sola, es como si la bailaora llevara un polizón debajo, y así es . El bailarín contemporáneo Iván Amaya es quien mueve la cola de esa bata que arrastra La Lupi por todo el escenario, es como si tuviera vida propia. A pesar de este «añadido», el baile no pierde los tempos ni tampoco su estructura coreográfica, hasta que en un alarde más, La Lupi aparece sentada sobre el suelo y son unos zapatos rojos, que mueven las manos de Amaya, los que hacen el último zapateado para regocijo del espectador. Tras este movimiento, Iván Amaya, ataviado de volantes, ejecuta una danza contemporánea, haciendo real lo que momentos antes parecía una fantasía imposible.
Tras este guiño al humor La Lupi cierra el espectáculo por soleá rematando por romance, y es ahí donde podemos ver la enjundia de esta bailaora, que aborda con rotundidad el baile y culmina su debut en la Bienal sevillana recogiendo el abrigo rojo y el bolso que supusieron el inicio de su viaje y desapareciendo de la escena mientras cae lentamente el gran tul blanco. Fin.
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