'Sonoma', el grito de las mujeres que no cesa
El coreógrafo Marcos Morau estrena en el Teatro Central Sevilla su nueva obra con La Veronal
!['Sonoma' de la compañía La Veronal en el Teatro Central](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2021/03/07/s/Sonoma-La-Veronal-k0wD--1248x698@abc.jpg)
El universo de las mujeres está ahí. Están sus penas, sus alegrías, sus frustraciones, las injusticia, la invisibilidad, el amor y la pasión, el olvido y la vejez..., todo está ahí en 'Sonoma', un título que combina la palabra griega soma (cuerpo) con la latina sonum (sonido).
Todo gira alrededor de ese universo de Luis Buñuel , a quien Marcos Morau ya rindió homenaje en su obra 'El surrealismo al servicio de la revolución ' que estrenó en 2016 el Ballet de Lorraine. Ahí está el Buñuel cosmopolita, el religioso, el surrealista, el revolucionario y el rabiosamente aragonés.
Nueve mujeres en escena ataviadas como si fueran bailarinas de jota de Ansó , con esas enormes faldas acampanadas con las que se deslizan por el escenario como si llevaran ruedas, sin que sus pies se puedan ver. Tocas de encaje y batista sobre el pelo de las bailarinas que son de varias generaciones y estéticas físicas, algunas recuperadas por Morau tras años de ausencia de la compañía. El universo femenino está siempre presente en la vida creativa de Morau y la Veronal.
Las intérpretes dicen el texto en francés, a veces lo chillan, lo sollozan y emocionan, todo ello bajo una enorme pantalla de luz flanqueada por otras dos laterales de igual tamaño. La coreografía de Morau usa ese lenguaje tan particular que el coreógrafo ha codificado hace tiempo y que se caracteriza en ocasiones por la brusquedad pero siempre por la milimétrica exactitud de los movimientos, sobre todo en los de conjunto, donde se forman con brazos y manos una serie de imágenes geométricas de dificilísima ejecución, pero que parecen casi naturales. Es una obra coral casi de manual.
En 'Sonoma' el folklore surge por los poros. Ahí está la jota aragonesa, la danza de los zancos de Huesca, las músicas eslavas o las africanas..., todo suena a rural, a tribal y culmina al final de la obra, como no podía ser de otra forma, con el estruendo de los tambores de Calanda. Lo sexual también está, y Morau ha tomado 'prestada' la provocación de otro genio, de Nijinsky y Debussy, cuando incluye la música de 'Aprés midi d'un faune'.
El diseño de vestuario de Silvia Delagneau es espectacular, combinando lo folklórico con lo rabiosamente contemporáneo; las enormes diademas de flores de Nina Pawlowsky , los cabezudos que convierten a dos bailarinas en viejecitas, las máscaras..., las mujeres recuerdan así sus bodas, la muerte de sus seres queridos cuando transportan los grandes baúles por el escenario... todo está lleno de simbolismo. El universo Morau no tiene límites, sobre todo en uno de los instantes de la obra casi al final, donde las nueve mujeres bailan la danza kova, ese movimiento reiterativo y convulsivo ideado por Morau.
Al final, el sonido del estruendo de los tambores de Calanda nos lleva de nuevo a la rabia, a la protesta, a la insumisión de las mujeres que están ahí y no quieren ser invisibles. Una obra intensa, fulgurante, de espectacular puesta en escena y que sin duda veremos en los grandes espacios europeos. Buñuel y Morau se han encontrado en ese mundo libre que ambos persiguen sin cesar.