ENTREVISTA

Salvador Távora: «En este momento no escucho la palabra cultura por ningún sitio»

El dramaturgo sevillano sigue en la brecha, a pesar de tener síntomas de Parkinson

Salvador Távora en su casa PEPE ORTEGA

MARTA CARRASCO

Salvador Távora dice que es un descubridor. Descubrió las águilas donde nació, en el Cerro que lleva ese nombre. A muy corta edad descubrió el mundo laboral y a los catorce años, la lectura y la escritura. Después llegaron los toros y en seguida el teatro y esa nueva forma de unir el teatro y el flamenco creando una identidad propia, una manera de integrar toda su vida en el escenario. Y han pasado los años. Ahora el dramaturgo , como él mismo dice, ha descubierto una enfermedad, el Parkinson , que lejos de amilanarle, le ha dado nuevos impulsos y unas relaciones diferentes con gente que ignoraba que existía. En su casa de la Juncal, el director teatral sigue pensando en nuevos proyectos.

Salvador Távora- PEPE ORTEGA

– ¿Por qué ha elegido este pueblo?

– Porque quería volver a buscar las realidad original como siempre hago en mi teatro, y quiero enterarme de cómo se hacen las cosas allí, y quizás podamos explicar al mundo cómo se puede arreglar la sociedad. Ahora mismo estoy asegurándome que todo lo que se dice allí es realizable o se ha realizado. Luego esas ideas quiero convertirlas en arte y como tal, en comunicarlo.

– ¿Su enfermedad le perjudica en este momento?

– Para nada, solamente para andar, pero ando poquito y voy al teatro con frecuencia, voy en coche y ya está. Además voy a fisioterapia donde me encuentro con gente de la asociación del Parkinson que se han convertido en un nuevo núcleo familiar. Yo no sé si las autoridades se dan cuenta de esto, pero ahí hay una llamada a la solidaridad. Muchas veces tengo ganas de que llegue la hora para irme para allá.

– Imagino que se le habrá ocurrido montar algo teatral con los de la asociación...

– Quizás sí. De hecho en una de las sesiones les expliqué que estaría bien que mucho de los sufrimientos se convirtieran en deleite, a través de poemas, pintura y estoy intentando que ese núcleo se convierta en una forma particular de expresar. Sería un nuevo descubrimiento en mi vida. Siempre descubro cosas.

– ¿Qué echa en falta ahora mismo?

– Echo en falta lo que me sobra, me sobran cosas que hacer, y me gustaría tener menos. Pero mi sensibilidad ha aumentado enormemente y cualquier cosa por pequeña que sea me hiere profundamente o, por el contrario, me da esperanza. Me sigue preocupando mucho Andalucía, porque nuestras cosas siguen siendo inabordables y sin «conductores». Sigo leyendo historia, a Blas Infante, pero me doy una vuelta por mi barrio y veo que todo sigue igual.

– ¿Qué no le gusta?

– No me gusta no tener claro lo que queremos. Y me gusta mucho la gente que espera un nuevo camino.

– ¿Se siente cómodo en el mundo que le rodea?

– Cómodo no lo sé. El mundo ha cambiado mucho, pero yo no. A veces lo que me gustaría es recuperar aquella furgoneta con la que recorríamos Europa y volver a irnos seis o siete meses. Esa vida era apasionante y yo la he vivido, aunque ahora me funcione más rápido el cerebro que el cuerpo, y eso hay que tomarlo como es.

– ¿Cuál será el futuro de su teatro?

– Abrir en octubre. Se va a marcar una línea de programación y se va a sostener. Ahora hemos hecho un cuadrante de pagos y se va a resolver. Sevilla debe venir a nuestro teatro porque tiene su sentido en la ciudad y es necesario.

– ¿Habrá estreno de Távora?

– Me gustaría, quizás antes de final de año, pero no será en mi teatro, sino en el Lope de Vega, y luego en mi barrio. Será quizás la obra sobre Marinaleda, si me convenzo de ello. Primero me tengo que convencer yo, por eso ahora busco referencias, que mi argumento se apoye en la verdad.

– ¿Tiene herederos teatrales?

– Mis hijas, sobre todo Concha, que está más en el teatro, porque Pilar es más de cine.

– ¿Siguen girando sus obras?

– Si, «Carmen» tiene una gira por todo el verano. No va con el nombre de La Cuadra, sino con el mío, Salvador Távora. Va con otro empresario privado. «Carmen» la interpreta mi nieta María, la banda de cornetas y tambores y el bailaor Jesús Herrera. Llevamos cerca de 1.000 representaciones, no creo que haya una obra en España que haya hecho tantas.

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