DANZA
La Permanente: Las palabras permanecen
Reencuentro de las bailarinas Isabel Vázquez y Paloma Díaz en la madurez creativa
Dice el refranero que las palabras se las lleva el viento, pero quizás es mentira, lo que hace el viento es mover las palabras y dejarlas flotando permanentemente alrededor de nosotros.
Las bailarinas Paloma Díaz e Isabel Vázquez reciben al público con un cartelito en la mano: «dime la palabra que nunca te has atrevido a decir». El público en la sala y sobre el escenario, va revelando esas palabras: «No puedo», «bésame», «cásate conmigo», «te odio», «tiquismiquis»..., y las bailarinas las van apuntando en dos grandes papeles con enormes letras, que luego al final de la obra se convertirán en sus propios trajes , que ofrecerán al público o quemarán.
La obra, que se pudo ver el pasado fin de semana, es un poema dadaísta , donde todo tiene cabida: la danza , el texto , la interpretación, la perplejidad, la música, los elementos (un sofá, una lámpara...), y sobre todo las palabras.
Dirigidas por Alfonso Zurro , ambas intérpretes se interrogan permanentemente sobre las palabras. Aparecen sentadas en un sofá blanco y bajo sus pies libros que luego van colocando para llegar en forma de camino de piedras ante dos micrófonos. Entonces intentan hablar, y las palabras no salen... y ahí empieza todo, hasta que de la boca de Isabel Vázquez surge un papel que da a un espectador que lo lee. Las palabras que salen de su boca, alguien las lee y las dos bailarinas inician una danza frenética que se entralaza con los textos, a veces humorísticos, «¿me entiendes?», «no quiero decir que yo entienda porque me gusten los chicos»...
La guinda a este regalo lleno de ingenio y de creatividad es el baile de ambas con el «Silence is sexy» , de Einstürzende Neubauten , como una fórmula de romper el maleficio del silencio o quizás permitir la huída de las palabras.
«Una palabra» es un espectáculo que atrapa y que te deja un poso de reflexión importante . Con una interpretación fascinante de ambas bailarinas, tanto en danza como en expresión y en comunicación, el público que las rodea no se pierde un detalle. No hay miedo por la cercanía, al contrario, nos da más posibilidades de gozar.