Festival de Cine Europeo 2020
Ni con una pandemia
A pesar de las dificultades para sacar adelante esta última edición del Festival de Cine Europeo se sigue manteniendo el criterio de la cantidad
Durante esta semana larga, uno no podía dejar de pensar en los muchos y sufridos trabajadores de este Festival de Cine Europeo , que este año han sumado al estrés característico la incertidumbre de no saber qué iba a pasar y, más tarde, la obligación de readaptar la programación a unos horarios recortadísimos que han hecho de la «cultura segura» un sinónimo de obligado elitismo. A todos ellos un merecido reconocimiento, por su entrega, paciencia y por el ejemplar trato en los cines . Uno no llega a entender del todo la obcecación por llevar esto adelante —más allá de las interesadas refriegas entre administraciones de distinto color político—, si bien hubiéramos optado antes por la cancelación que por una celebración sólo «online».
Si algo confirma esta accidentada decimoséptima edición es que llevábamos dieciséis gastando inútilmente saliva, al aconsejar un cambio de tornas radical en la concepción de la cita, más allá de la cabeza pensante —sin exagerar, claro— que se encuentre al frente. Si ni una pandemia mundial ha torcido el consabido esquema cuantitativo —casi ciento cincuenta películas (la mayoría inanes) en innúmeras, intercambiables y hasta nuevas secciones— y la vocación de escaparate de actualidad» que llevamos denunciando desde el origen «europeo», toca rendirse, abandonar escrúpulos y abrazar despreocupados este batiburrillo de películas que pronto olvidaremos .
Dejemos no obstante hablar al Pepito Grillo «in uns» una última vez, esperando que hoy nadie vea absurdos ataques «ad hominem»: no es de recibo que una ciudad como Sevilla, tan necesitada de oferta cinematográfica añadida a la que presentan los pocos cines que aún resisten, se gaste tamaño presupuesto en poco más de una semana y que, además, no quede memoria (ni por lo tanto material para alguna didáctica futura) de nada de lo que se hace; lo que convierte los grandes logros de esta edición, recuperar y casi presentar para muchos el cine de Cecilia Mangini y Dore O. , en una anécdota. En el fondo sabemos el porqué: no se cree en nada más allá de lo normativo, cuando ese «relleno» entre películas a la moda es lo único que debiera importar.
¡Los premios!: «Malmkrog» era la mejor película de la competición con diferencia, y nos alegra que superara a la dopada «El año del descubrimiento» . Felices también con el premio a Pelayo y Pedro G., y a todos los que se arriesgan.
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