Crítica de teatro

Mujeres con altavoz

«Juana» es la última creación de Losdedae, que explora los ciclos del mundo y la naturaleza salvaje y profunda de la mujer

Aitana Sánchez-Gijón ABC

Alfonso Crespo

La indefinición de la «Juana» de Chevi Muraday y Juan Carlos Rubio cortó al menos el habitual concierto de toses de la temporada de invierno en el Lope de Vega de Sevilla. No daban crédito, quizás, imantados por una todopoderosa Aitana Sánchez-Gijón que, transformada en una auténtica intérprete de danza contemporánea, propiciaba la continuidad negada por la férrea fragmentación escénica y textual de la propuesta . Mira quién baila, en definitiva.

Siendo constructivos, se podría señalar al exceso de ambición y buenas intenciones como principal rémora de la obra. «Juana» quiere asaltar los cielos a partir un retrato multiplicado de mujer —Juana poliédrica (de Arco, Inés de la Cruz, la loca e incluso Juana Doña)— del que se evacúa cualquier misterio. Se desea, por un lado, reforzar el combate físico, el desgarro humano, mediante un considerable esfuerzo coreográfico aliado al minimalismo lumínico y al desamparo escénico. Es decir, la danza como resistencia. Pero por otro, este vértigo de lo entrelazado, siempre en diálogo con la insignificancia, se llena de demasiado contenido. Y de altas pretensiones: una suerte de cosmogonía femenina que persigue la personificación en la Tierra de un aciago pero poderoso destino de mujer, donde recaería la posibilidad de un futuro mejor.

Así, «Juana» fracasa cuando habla, cuando le pone voz al desarraigo dancístico de una mujer entre lobos . Y poco importa que los responsables se guarden las espaldas intercalando fragmentos bíblicos o de Shaw , Shakespeare y Schiller , entre otros, ya que domina el tono liricoide y cursi de lo escrito «ex profeso» desde una urgencia comunicativa que colisiona con cualquier verdadera posibilidad de revelación o de catarsis. El ímprobo esfuerzo de llevar este desequilibrio adelante es digno de aplauso, pero sabe a muy poco, un innecesario «tour de force» —como metaforiza la primera escena donde Aitana-Juana recita subida en una cinta de correr — para transmitir aquellas viejas selecciones del «Reader's digest».

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