Bienal de Flamenco de Sevilla 2020
María Moreno y sus buenos aliados
La artista gaditana estrenó en el Teatro Central «More (No) More» con la dirección artística de Rafael R. Villalobos
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La bailaora gaditana María Moreno es una mujer de su tiempo y como tal ha querido contar con creadores de su propia generación para esta nueva propuesta escénica titulada «More (No) More», haciendo un juego en inglés con su apellido.
Y no se ha equivocado, porque el espectáculo que anoche presentó en el teatro Central demostró una vez más que por un lado hay que atreverse a dar un paso adelante, y por otro hay que saber elegir los compañeros de viaje.
María Moreno ha elegido a Rafael R. Villalobos para la dirección artística y y el espacio escénico, y ha acertado de plano . El galardonado director y joven dramaturgo sevillano ha compuesto una obra que, con una estructura sencilla, nos transporta al universo dancístico de la bailaora, a la que engrandece con pequeños momentos interpretativos, y para la que ha construido un espacio escénico a base de luz, y algunos, muy pocos objetos, pero con un gusto exquisito. Es la primera vez que Villalobos dirige flamenco, pero creo que no será la última.
Y, por otro lado, Palomo Spain, el mediático diseñador y modisto que ha confeccionado para María Moreno un vestuario lleno de sorpresas, más allá de lo convencional pero sin convertirse en disfraz. Un primer vestido blanco plisado (que recordaba aquella bata amarilla plisada que Esperanza Flores hiciera para Manuela Vargas); una bata de cola blanca con grandes flores de organdí o similar, en escote y hombros; pantalones anchos con toreras llenas de adornos o simples faldas y sobretodos para bailar por soleá. Eso sí, ausencia absoluta de adornos en la cabeza. El vestuario hablaba sólo. También imagino, que este estreno de Palomo Spain en el flamenco, augura nuevos encargos.
«More (No) More» es la esencia misma de María Moreno con ese baile recogido que sabe a Cádiz por los cuatro costado, y ese velocísimo zapateado que le caracteriza. Baila María por alegrías, taranto, soleá, bulerías..., y hace una mezcla de palos en un mismo número. Inmensos Juan Requena y Oscar Lago a la guitarra, al igual que el cante de Pepe de Pura e Ismael de la Rosa. La percusión de Roberto Jaén, e s algo más que una percusión.
La obra tiene una cantidad de estampas bellísimas que compone la bailaora en un escenario sencillo pero multidisciplinar, en el que en ocasiones hombros y chácena están abiertos. Con telones que se abren surge el atrás en cuadrado de luz.
No hay un momento de respiro , y a pesar de ello, durante una hora y diez el espectáculo no decae en ningún instante. Hay gusto en el baile de María, serenidad en el cante, virtuosismo en la guitarra, y hasta humor, como ese cuadro donde María se sienta sobre el cajón y zapatea y hace compás con sus dedos, y Roberto Jaén le «rapea» por tanguillos haciendo letras alusivas a la Bienal. La Caleta en el escenario de la Cartuja.
La dirección de escena ha conseguido mover a todos los intérpretes sin forzar ni un ápice, como a veces ocurre, la forma de cantar y mucho menos la de bailar. Hay un respeto que se palpa en el escenario. El rotundo baile de María Moreno ha tenido en esta obra muy buenos aliados, pero ha sido ella, quien inteligente, ha sabido rodearse de buenos compañeros. No sólo hay que bailar bien, como lo hace María que baila tela, hay que tener cabeza para saber que en la escena todo cuenta. Una noche que seguro tendrá mucho futuro.