Joaquín de Luz: «A estas alturas de mi vida la críticas no me afectan»
Formado en la Escuela de Víctor Ullate, triunfó en las grandes compañías de Estados Unidos y, tras veinte años allí, regresó a España en 2019
Joaquín de Luz empezó con Víctor Ullate en cuya compañía estuvo tres años. De ahí, al estrellato. Primero fue solista del American Ballet y después bailarín principal del New York City Ballet. Invitado por grandes compañías, ha forjado su carrera haciendo tradicionales roles clásicos. Ahora, como director de la Compañía Nacional de Danza, estrena en Sevilla su primer gran ballet, «Giselle».
¿Se acuerda de su primera «Giselle»?
Si, lo recuerdo perfectamente. Hacía el rol de uno de los campesinos y llevaba los pantalones de Misha Baryshnikov, en la primera versión del American Ballet. Y me acuerdo también de mi primer Albrecht, bastante accidentado. Fue con el Ballet de Cincinnati. Estábamos de gira en Hawai y me accidenté un pie. Hice una locura y, bañándome, me picó un pez. Se me puso el pie como una bota, pero bailé, pude bailar.
Qué es lo más complicado de éste papel?
Físicamente el segundo acto para el chico es brutal, porque es un no parar. Pero lo difícil es mostrar el príncipe y no mostrarlo. Casi todo el mundo sobreactúa, es demasiado príncipe o no. En mi retina está siempre José Manuel Carreño, que es uno de los grandes Albrecht, y Baryshnikov, que era impresionante
Dicen que no se puede bailar «Giselle» siendo muy joven...
Yo creo que no. Cada alma es un mundo. Alexandra Ferri fue seleccionada con 18 años por MacMillan para hacer Romeo y Julieta... y no tenía ninguna experiencia. Y luego le vi hacer la Julieta con más de cincuenta años y no importaba la edad. Yo creo que lo que cuenta es el talento y el corazón.
Tras su estreno en Madrid, ha tenido críticas buenas y menos buenas.
En este punto de mi vida y mi carrera no me afecta nada de eso. Absolutamente nada. Balanchine estrenó «Agon» en París y la gente se iba del teatro; cuando Marius Petipá estrenó «La Bella durmiente», fue un desastre total y aún la vemos. La crítica es necesaria y la mala crítica, también. Es constructiva, pero pienso que es la opinión de una persona. Luego que sea objetiva y constructiva, depende del ego de cada uno y de la agenda que tenga. No tengo ningún problema con las críticas, aunque sean malas.
Ha vivido y trabajado en Estados Unidos durante veinte años, ¿la vuelta a España ha sido como pensaba?
No, qué va. Las cosas nunca son como esperas, pero en toda situación, por muy mala que sea, hay luz. Además, esto de la pandemia nadie se lo podía esperar. Pero contra todo eso hay que sobreponerse y seguir. Estrenamos «Giselle» en Madrid y a los pocos días dos bailarines dieron positivo en Covid y tuvimos que suspender. Ahora nos hacemos PCR todas las semanas y hemos llegado a Sevilla. Hay que seguir, nosotros hemos tenido la suerte de poder hacer gira este verano, y queremos seguir bailando. Los bailarines quieren actuar.
¿Como es su relación con los bailarines de la Compañía Nacional?
Yo reo que se ha hecho equipo. A ver, siempre hay cosas, en todas las compañías hay drama, porque esto no es una profesión, es una identidad, y no puedes tener a todo el mundo contento. Hay muchas sinergias malas que se crean porque cuando tu talento no corresponde a donde tu ego cree que debe llegar, siempre hay gente que desafortunadamente va contra la dirección, y eso lo asumo. Pero yo creo que hemos formado equipo y sacado esta «Giselle» adelante, y con mucho esfuerzo.
Cuáles son sus próximos proyectos con la CND?
Quiero incorporar algunos bailarines y pensar en otras obras. Ahora viene a montar Antonio Ruz y dentro de nada Nacho Duato va a hacer una nueva obra para la CND que me parece importantísimo. En 2022 vendrá la coreógrafa Marina Mascarell y estamos negociando con Sol León (cordobesa, por cierto), y Paul Lightfoot (coreógrafos del Nederland Dans Theater), a los que admiro mucho, para que vengan el año que viene. Habrá algo de Jerome Robbins y también de Martha Graham, que me hace mucha ilusión. Y quiero recuperar la CND2, la compañía joven, que es algo importantísimo y darle oportunidad para la coreografía a bailarines de la compañía, que siempre es conveniente hacerlo y hay mucho talento.
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