Crítica de danza
Hasekura ha vuelto a Sevilla
Satoshi Kudo y Lucía Vázquez presentan, en estreno absoluto, su nueva obra en el Teatro Central
En el año 2018 Satoshi Kudo descubrió en Sevilla, no sólo la leyenda de Hasekura Tsunenaga , el samurai que llegó a España en 1615 como embajador de Japón, sino que vió también la estatua del samurai en Coria del Río, y le impresionó.
Y de esas sensaciones ha surgido al cabo de dos años, «Hasekura Project», un intercambio de culturas entre España y Japón a través de la danza de Satoshi Kudo y Lucía Vázquez , en colaboración con el músico tradicional Shogo Yoshii , que interpreta la percusión (taiko), el kokyu (violín japonés), y shinobue (flauta), y el cellista, Iván Caramés Bohigas . A lo largo de la obra aparecen dos grandes murales de pintura contemporánea realizada con técnicas tradicionales de caligrafía japonesa, de Yudai Fujita.
Un samurai está en escena. Lleva su kimono y una katana al cinto. Está inmóvil, como si fuera una estatua. Una mujer se mueve en el suelo y le va rodeando, pero su cuerpo no se despega de la tarima que recorre desplazándose a su alrededor. El samurai se despoja del kimono ceremonialmente y se coloca ropa más occidental. Su danza es un encadenamiento de escenas en conjunto con las otras dos bailarinas que mezclan lenguajes orientales y occidentales.
La obra es de una enorme delicadeza. En la misma, Natalia Jiménez interpreta el papel del misionero y traductor de la expedición nipona, el también sevillano padre Sotelo que, vestida de negro, se planta ante el samurai y le reta.
La coreografía es rigurosa, muy elegante, delicada, sin grandes ni bruscos movimientos, no en vano Kudo utiliza en su trabajo una dualidad entre la energía de movimientos contenidos y la desconexión, una técnica denominada Motion Qualia . La obra es una mezcla de lenguajes que finaliza con un «molto vivace» con música de shinobue y taiko al unísono con el cello, cuando ya los intérpretes han desvelado los dos murales contemporáneos que iluminan el escenario.
Una delicia de montaje que nos demuestra cómo se pueden entremezclar culturas sin que rechinen.
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