Crítica Danza-Circo
«Là», un fascinante espectáculo que descubre nuevas emociones en el Teatro Central de Sevilla
El Teatro Central presenta una obra de la Baro D'Evel Cirk Compagnie de Camille Decourtye y Blaï Mateu Trias
Nada en esa noche parecía normal. Para empezar, a los espectadores nos citaban en la chácena, es decir, en la parte trasera del escenario de la sala A del Teatro Central. En el programa de la obra titulada «Là» aparecía un pájaro, un cuervo llamado «Gus» que tenía una importante presencia en el espectáculo, así que todos estábamos expectantes de ver cómo se enjaretaba una obra de danza, canto y circo con un pájaro de partenaire. El resultado es asombroso.
Blaï Mateu Trias ya apuntaba maneras cuando en el año 2008 vino a Sevilla, dentro de la programación del feSt, con un espectáculo en solitario sobre la Guerra Civil española que puso en escena en el teatro Alameda. Mateu Trias es hijo del gran Tortell Poltrona , uno de los referentes del circo actual, renovador del papel del payaso y fundador de Payasos sin Frontera, y ha aprendido en casa lo que es ser un clown avanzando sin embargo, un paso más.
El circo actual tiene una característica especial y es que los artistas son polifacéticos. Y en «Là» ocurre así. Ambos cantan, bailan, actúan, hacen reir, llorar, e interactuan con un cuervo blanco y negro que incluso hace de clown en el hilarante inicio de la obra.
Una caja blanca el escenario, de papel, porque en una esquina se va rompiendo y aparece primero el pie de un hombre, hasta que poco a poco va apareciendo el resto del cuerpo. Esa caja escénica de papel servirá para que aparezca la otra intérprete, sirve de lienzo donde se plasma en negro un gran dibujo, como un paisaje, y es una especie de cocoon desde donde aparecen y desaparecen los dos bailarines.
El intenta leer un papel. El cuervo sale, se lo quita , lo destruye en el escenario, se ha convertido en un sorprendente clown. Ambos intérpretes quieren encontrar un lenguaje, parten de la nada. Hay un diálogo de lo absurdo que resulta finalmente hilarante y también desesperante. Ella comienza a cantar una música barroca, el la coge en brazo, ella sigue cantando en posiciones imposibles, ella se mueve convulsivamente, el intenta pararla..., una y otra escena se suceden.
El cuervo se llama «Gus» y es ella. Se desplaza sobre el escenario, vuela sobre los espectadores , se posa sobre la cabeza de los actores, y baila sobre el cuerpo de Camille Decourtye que lo llama una y otra vez, desplazándose desde su brazo al de Blaï Mateu Trias con una enorme perfección.
«Là» es una obra sorprendente que representa que las lindes del circo están aún por descubrir, o mejor aún. que no se descubran nunca. La complejidad y exigencia para Blaï Mateu Trias y Camille Decourtye, son extremas, físicas y actorales. Pasan de la hilaridad al drama en un momento; de la danza a la acrobacia, como un paseo extremo de Camille en equilibrio sobre Blaï a pie sobre sus hombros y él cruzando el escenario a gran velocidad. Pero también es una obra llena de poesía, como cuando los intérpretes con su propio cuerpo contruyen un paisaje en negro sobre el blanco de las paredes del escenario.
A veces nos gusta poner etiquetas, y creo que da igual poner esas etiquetas en este caso, danza-circo o circo-danza. Lo bueno es crear emociones, y eso es precisamente lo que consigue esta obra, llevarnos a lugares antes inexplorados de la estética escénica, y eso tiene mucho mérito sobre todo cuando parece que todo está inventado, y no es así. La prueba es «Là».