Crítica de Flamenco
Farruquito, en estado de gloria
El artista sevillano presentó en el Teatro Central su espectáculo, 'Intimo' con enorme éxito

Salió el bailaor con ganas, con esa sonrisa que le iluminaba la cara y sabiendo que tenía el público a favor, pero no jugó esa baza, sino que quiso triunfar por él mismo, y no por las simpatías sabidas del respetable. Y lo hizo.
... Juan Manuel Fernández Montoya (Sevilla, 1982), 'Farruquito' dejó en el teatro Central no sólo el consabido 'tarro de las esencias', ése que hizo que el respetable gritara '¡vivan los colores!', sino que bailó por él mismo, por su nombre y el de su abuelo Farruco, pero sin perder de vista que este hombre de 39 años tiene ya un baile propio, que vive del flamenco más tradicional, pero que sabe que es un artista del siglo XXI y su flamenco, también.
Lo mejor de este 'Intimo', además del baile, es la concepción del espectáculo. Porque la propuesta es redonda , no sólo por los intérpretes, todos de primerísimo nivel y que cumplieron con creces cada uno en su espacio artístico, sino por la propia estructura de una hora y diez minutos en la que no hay interrupciones, y en la que luz nos va introduciendo en los palos que están hilados con prólogos musicales donde se le da protagonismo a cada instrumento solista, y donde la figura, Farruquito, casi no abandona la escena. Baila y mucho.
Vibrante inicio por seguiriyas con el cante al alimón de Ezequiel Montoya Jiménez ‘Chanito’ e Ismael de la Rosa ‘Bolita’, dos voces muy bien elegidas para el baile de Farruquito, rompedoras, flamenquísimas. Bulerías que cierra Mari Vizárraga , impresionante toda la obra con Farruquito, y el baile de Marina Valiente. Explota la emoción del público. Esto va a más.
Baila por caña Farruquito, con una esquinas llenas de detalles sobre todo en las manos y los brazos que lanza al aire. Es un bailaor que sabe andar por el escenario , y eso, que parece sencillo, es una virtud a veces muy difícil de contemplar. Hace compás el bailaor sobre una mesa, le hace eco a la percusión y parece que sus manos son sus pies. Baila Marina Valiente por taranto, muy farruquera, con garra y festera estética.
Tangos, con gusto, con alegría, Juan Manuel tiene una sonrisa contagiosa, quiere agradar y agradarse, y eso está bien. Si el artista no está a gusto, el arte no se transmite. Tiene detalles, gestos, desplantes, quiebros, remates..., todo es un placer para los sentidos.
Y llegaron las alegrías. Cantan los dos hombres, sale el bailaor y se centra en ellos. Y entonces sí que se abrieron todos los tarros de la canela, el clavo y la hierbabuena. Farruquito tiene un zapateado impresionante de remates imposibles , de limpieza extrema y pasado de compás. Pero con la alegría su cuerpo se para, alza los brazos, echa sus manos hacia el cielo y toma el movimiento para hacerlo suyo como si no existiera el tiempo. Abre sus manos desde dentro. No hay velocidad, hay un íntimo momento con el flamenco de interior, ése que sale de las tripas, más que de los pies o de la cabeza. Y fue memorable.
Canta Mari Vizárraga, ¡qué pellizo nos puso en el cuerpo! y el artista le baila a la cantaora. El público en pie, ya no aguanta más. Cada palo se ha celebrado con jaleos, oles, piropos y sobre todo aplausos. Farruquito lo que ha conseguido. No sólo levantar al Central, sino darse el gusto de bailar por derecho pero a su forma. Con una percusión de la mano de Paco Vega, con el bajo de Julián Heredia y la guitarra de Antonio Santiago 'Ñoño', todos de diez.
Al final la anécdota: cuando ya ha terminado 'Íntimo', no podía faltar una 'pataíta' por bulerías que protagonizan las hijas gemelas del cantaor y Juan, su primogénito que cada día recuerda más a su padre.
'Tu eres el capitán', le decía su abuelo Farruco en la película 'Bodas de gloria' cuando el bailaor aún era un niño. Éste capitán acaba de ascender por méritos propios a general de su propio ejército, de ése donde el baile no tiene secretos, y donde la ortodoxia de su casta se reconduce por los derroteros del tiempo que nos toca vivir. No podía ser de otra forma. Con 'Íntimo' Farruquito demuestra que el flamenco puede y deber permanecer como es pero con el lenguaje de su siglo. Como debe ser.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete