La familia de los Farruco llenó el teatro de la Maestranza con un trepidante espectáculo
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Dirección y coreografía: Juan Manuel Fernández Montoya «Farruquito». Baile: Juan Manuel Fernández Montoya «Farruquito», Antonio Fernández Montoya «El Farru», Manuel Fernández Montoya «El Carpeta», Antonio Moreno «El Polito», Juan Fernández Montoya «El Barullo» y África Fernández. Cante: Antonio Villar, Pepe de Pura Mary Vizárraga y Encarnación Anillo. Guitarras: Román Vicenti y Juan Campallo. Palmas: José Suárez «El Torombo». Teatro de la Maestranza. Día: 15 de diciembre de 2015.
Su «papa Farruco» lo enseñó bien . Un día, según cuenta su nieto, le dijo: «vuela si quieres, vuela, pero hazlo sin moverte», y Farruquito le hizo caso porque anoche en el teatro de la Maestranza voló sin despegarse de las tablas.
El público entraba casi sin darse cuenta de que aquella ceremonia estaba ya empezada. En el escenario unas enormes imágenes iban desgranando escenas de los «Farruco». Las luces aún encendidas, y poco a poco como en los antiguos cines de verano, se iban atenuando para oir la voz de Farruquito: «mi papa Farruco me decía que esto no era sólo bailar, era un rito, una vida».
Con una puesta en escena al servicio del baile y unas impresionantes luces que subrayaban a cada intérprete, la familia Farruco nos apabulló nada más comenzar el espectáculo con una sobrecogedora y fortísima seguiriya que todos interpretaron de forma colectiva e individual, como para avisar de lo que se nos venía encima.
La estructura era sencilla. Proyecciones de imágenes de cada artista grabadas en el Maestranza interactuaban con la escena en directo y eran la antesala de cada aparición. Con un emocionado homenaje a Pilar la Faraona, hija de Farruco y madre de África Fernández , sale esta flamenquísima bailaora a pisar el suelo Maestrante por primera vez. Cinco hijos la han tenido hasta ahora en otros menesteres.
Pero los protagonistas de esta tercera generación de Farrucos son los varones, acompañados por su primo El Polito de la rama de los Moreno, el cantaor y padre de Farruquito.
Ya estamos todos: artistas, músicos, palmas y cante sin más . Y van saliendo a bailar estos jóvenes que no suben de los 35 años para partir la madera de un teatro que se caía de «oles» mientras se olía a aromas de hierbabuena y canela.
Me gustó ver al Polito por fiestas, y a Barullo, vestido a lo clásico y tocado con sombrero, fuera de su «zona de confort», bailando por taranto (palo con el ganó la Lámpara Minera); o al Carpeta, que quiso meter las alegrías dentro de su propio compás sin olvidarse de Cádiz, o al Farru haciendo que la tranquila y sosegada guajira se convirtiera en trepidante ritmo habanero por mor de sus pies. Estos Farruco son imparables. Titánicos, hipnóticos, traviesos, duros y fuertes.
Pero si Farruquito ya le había bailado al cante de Mari Vizárraga y Encarna Anillo con el regusto de moverse por el escenario como si fuera un hipnotizador, lo que hizo en la soleá por bulerías rindió los resquicios más escépticos del respetable. Juan Manuel Fernández Montoya manda en el baile, y eso es mucho. Ya lo hizo su abuelo. Ahora lo hace él. No hay secretos, si quiere parar, para, y si necesita velocidad, no hay rival: su zapateado es una locura .
Pero la noche no había acabado. Ellos querían asegurar que la vida continúa, y salen unas imágenes de Farruquito muy niño. Y en el escenario con él su hijo Juan, vestido de blanco. Farruquito le canta. Baila Juan. El público aclama. Pero hay más. Salen también las hijas de África y Barullo a bailar, y al final la pequeña hija del Farru, vestida de traje de flamenca rojo y rubia como su padre, que le toca la guitarra mientras la niña canta por bulerías y baila.
La historia continúa, Ya se sabe, en esta familia el arte no cesa.