CRÍTICA DE TEATRO
Escenas de un ex-matrimonio
Bajo el signo de Bergman David y Belén salen y entran de la escena atomizada para referir los años en común
El lento 'striptease' dramatizado que lleva ejecutando David Montero en connivencia con La Suite (tras 'Si Yo Fuera Madre' y 'Turismointerior' ) entra aquí en una fase algo más comprometida, quizás porque ya sean pocas las prendas que le quedan por quitarse; quizás porque éstas tapen las vergüenzas principales, las que más cuesta enseñar pero, al mismo tiempo, la que más liberan.
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Bajo el signo de Bergman, explícitamente citado en la obra —aunque aquí comparezca menos el de la crisis en caliente de 'Escenas…' y estemos más próximos al dolor sostenido, fantasmagórico, de su postrimería, 'Saraband' , y, por lo tanto, del vislumbre, puede, de un perdón o al menos de una tregua triste pero definitiva—, David y Belén salen y entran de la escena atomizada para referir los años en común y pasar los dedos por unas cicatrices desde las que reivindicar un 'momento presente' que se siente como una aurora: es el reconocimiento, en la precariedad, del dramaturgo y la bailaora —del humor y el drama; puede que del verdugo y la víctima— lo que se escenifica, una manera de hacer político lo íntimo que marca las distancias con ese barro identitario —racial, sexual, lingüístico— aquí justamente ridiculizado pero que campa, triunfante, por los teatros subvencionados.
Creo que ambas citas convienen al vínculo que aquí reaniman David y belén y explican la dramaturgia en la fuga del primero y la coreografía decantada de la segunda
Ante la obra cómica con cimientos de pena, esa a la que pone banda sonora —marca de la casa de La Suite— esa «hija que no fue», uno recordaba algunas reflexiones sobre el matrimonio; aquella, por ejemplo, de Anthony Powell, que remitía a la institución a un misterio casi insondable y lo circunscribía a un gesto impulsivo e impensado. También en Agustina Bessa-Luís , que recordaba que las uniones de ese tipo eran, en el fondo, para siempre, aunque medie el divorcio más desgarrado o se interponga un odio indestructible. Creo que ambas citas convienen al vínculo que aquí reaniman David y Belén, y explican la dramaturgia en fuga del primero y la coreografía decantada de la segunda.