Crítica de danza

«Carte blanche» y François Chaignaud, danza a capella

Estreno absoluto en España de «Soufflette» de la Compañía de Danza Contemporánea de Noruega

Marta Carrasco

François Chaignaud nos emocionó el pasado verano en el claustro de los Muertos del Monasterio San Isidoro del Campo en un insólito paso a dos con Rocío Molina . en el Festival de Danza de Itálica. Calzado con zapatillas de punta y haciendo increíbles y osados movimientos entre los elementos arquitectónicos, el bailarín y coreógrafo francés, fue una visión impactante.

Y ahora ha vuelto a Sevilla, esta vez como coreógrafo y creador de «Soufflette» una obra realizada para Carte Blanche/The Norwegian National Company of Contemporary Dance , que ha elegido el teatro Central de Sevilla para este estreno absoluto y única función en España. Esta compañía fundada en Bergen, que ahora está dirigida por la coreógrafa francesa Annabelle Bonnéry , está rodeándose de creadores que realizan encuentros entre diferentes artes.

«Soufflette» es una palabra en francés que significa echar humo en la boca a alguien. Una serie de cajas y grandes baúles aparecen en el escenario con grupos de grandes flores desparramados. Se abren las compuertas y se ilumina el interior del que salen lentamente los bailarines, como si fuera de una crisálida, ataviados con enorme ropajes hechos a ganchillo, como si se hubieran tejido con agujas gigantes. Y empieza este viaje musical y estético de Chaignaud.

Los bailarines comienzan a cantar en polifonía piezas de la Edad Media , algo habitual en las obras de este creador, la música en directo, y se mueven entre ellos, se colocan haciendo el pino inmóviles, se cruzan, se diseminan por el escenario y siguen cantando. La visión es hipnótica. El espacio parece una ceremonia ritual de literatura mágica.

Y comienza el tiempo de la percusión. Los bailarines comienzan con los pies desnudos a hacer un «zapateado» a distintos tempos. La escena genera una gran dificultad por realizar esta percusión con los pies, con la punta en relevé y el talón o a pie plano, y así van cambiando la sonoridad. Exigencia extrema de ritmo y coordinación de movimientos.

Se hace la penumbra y los bailarines se retiran el pesado vestuario para colocarse otro, transparente, liviano, tipo gasa con bordados muy finos de hojas y flores, como si se quisieran confundir con la naturaleza y los grupos florales que poco a poco se van colocando sobre el cuerpo. La visión es como un cuadro de Boticelli con los mismos pantones de color, y los bailarines vuelven a cantar a polifonía, pero esta vez es una versión a capella de «Killing Me Softly with His Song» de Roberta Flack . Parece que en el escenario hay cuadros en movimiento.

«Soufflette» es un espectáculo fascinante , con escenas de una sensibilidad que emociona, en la que la música a capella y la danza se funden de manera natural creando una partitura única. Es una fiesta, un placer de los sentidos con unos intérpretes extraordinarios que se han dejado seducir por este creador que se sale, felizmente, de los cánones y nos transporta a otros universos llenos de estéticas y emociones nuevas. El teatro Central se apunta otro tanto al traer esta función exclusiva a España.

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