Bienal de Flamenco de Sevilla 2020

Olga poseída por Carmen

La bailaora cordobesa Olga Pericet presenta «Un cuerpo infinito» en homenaje a La Capitana

La bailaora cordobesa Olga Pericet Vanessa Gómez

Marta Carrasco

Carmen Amaya fue un fenómeno que rompió moldes y posteriormente fuente de inspiración para muchas bailaoras que se fijaron en esa gitana nacida en las barracas de la playa del Somorrostro de Barcelona en 1918, y fallecida en Begur en 1963.

Olga Pericet se ha fijado en Carmen Amaya , en su fuerza, en su energía, en sus formas, en la manera de santiguarse vestida con una bata de cola blanca (de la que hay imágenes de Amaya), o su forma de subir la cabeza y reir, echarla hacia detrás, o tocar las palmas a una velocidad vertiginosa, mientras sus pies volaban.

Por eso la bailaora cordobesa se ha dejado poseer por el espíritu de La Capitana, con el aseroramiento en la dramaturgia de Roberto Fratini y la dirección escénica de Carlota Ferrer.

El montaje tiene un sinfín de detalles, movimientos, momentos y elementos que incluso se hacen excesivos. En los noventa minutos de la obra se ofrecen tantas escenas que se pierde el hilo conductor de lo que se pretende.

El cante de Inma la Carbonara y Miguel Lavi, la excelente guitarra de Antonia Jiménez , la percusión de Paco Vega , un coro a capella, un trompetista y demasiados silencios que enlazan con baile de estética contemporánea las diferentes escenas, hace que en ocasiones se pierda un poco el ritmo de lo que la bailaora quiere transmitir, que es su visión de Carmen.

Los intérpretes aparecen vestidos de astronautas con una especie de escafandra transparente, para que luego el traje de Pericet se convierta en bata de cola. Otras veces con un mono plateado. Se echan conchas sobre el escenario, aquellas que Carmen Amaya recuerda que recogía de pequeña en la playa...

En lo coreográfico, Olga Pericet no ha estado sola, sino que ha contado con la colaboración de los coreógrafos Marco Flores, Rafael Estévez y Valeriano Paños.

Olga Pericet sí se ha fijado en el baile de la Capitana , en la forma de mover sus manos, sus brazos hacia arriba, en la manera de tocar los pitos (que replica con una grabación histórica), incluso se viste como Carmen cuando actuaba en los años 50 en salas de fiesta, como la neoyorkina Chateau Madrid donde bailaba Clásico Español en suelo de mármol. (Aparece también una grabación en la obra). Y entonces el escenario se convierte en un club nocturno , con los cantantes y cantaores vestidos de lentejuelas y Carmen-Olga con un traje con torerita que tanto le gustaban a la catalana. En lo musical, muy buen trabajo del trompetista Jorge Vistel y del cuarteto coral formado por Elvia Sánchez, Elena Sánchez, Jesús Lara y Mario Méndez.

Pero es cuando baila la cordobesa por soleá, por alegrí as, cuando toca los palillos o realiza un escalofriante diálogo con el vertiginoso zapateado en Off de Carmen Amaya, cuando sale la verdadera dimensión de esta bailaora que es mucha.

La obra es intensa, quizás en exceso , y por ello hay cosas que se quedan en el camino o incluso otras que con otro formato, se repiten. Es una propuesta interesantísima , pero necesita de forma imperiosa, una nueva medida para que tenga la dimensión que debe, por el esfuerzo realizado, pero sobre todo, por la calidad de su protagonista.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación