Bienal de Flamenco de Sevilla 2020

El divino caos de los dos David

«¡Fandango!» de David Coria y David Lagos, triunfa en el Teatro Central

La obra de David Coria y David Lagos ha triunfado en su presentación en la Bienal J. M. Serrano

Marta Carrasco

Una pista circular roja en el escenario predispone al drama, colores rojo y negro, sin más para comenzar este «¡Fandango!» que tiene a próposito puesta la exclamación, porque llega a ser un grito continuado sobre la historia de un país y de un pueblo.

La obra de David Coria y David Lagos , intenta desde el nombre tan ancestral como fandango (anterior al fandango flamenco), recorrer la historia de España más reciente a través de un universo de palos flamencos que se combinan perfectamente con la música electrónica, la del saxo y la percusión.

La obra es un «divino caos» , una especie de ceremonia coral a veces incluso extenuante, que con los dos protagonistas principales, la voz de David Lagos y el baile de David Coria, nos lleva a territorios poco explorados, a pesar de las últimas tendencias del flamenco de hoy, sobre todo por lo que supone de ordenación coreográfica del baile y de la música, en este caso nunca «metida con calzador» entre los compases de la guitarra. Es como una especie de catársis de los dos David que parte fundamentalmente del espectáculo «Hodierno», presentado por Lagos en la anteriore Bienal.

El escenario cambia varias veces, tras el círculo rojo, los claroscuros siguen a los bailaores, hasta que un velo negro se ciñe sobre ellos, y al fondo, casi en la chácena, aparece la luz mientras cae la arena fina que conforma un nuevo paisaje y sobre la que bailan los intérpretes. Toca el saxo Prelude à l'Aprés midi d'faune de Debussy, ha llegado la paz y el baile se serena.

El recorrido cantaor es espectacular: malagueñas, liviana, trilla, tangos, fandangos a ritmo de seguiriyas, alegrías, cantiña, fandangos de Huelva y esa maravillosa mariana de Garrido de Jerez que Lagos borda. Sin dejar atrás ese «Pregón del miedo» que tanto dice de nosotros mismos. Todo ello con la guitarra espléndida de Alfredo Lagos, el saxo del jerezano Juan Jiménez y la música electrónica y la percusión de Daniel Muñoz.

La obra no deja nada atrás. Es una crítica social, desde nuestro pasado más reciente de la dictadura, hasta el uso y abuso de los tópicos de cómo nos ven desde fuera de nuestras frontera, con cientos de detalles escenográficos y dramáticos: cantar el himno nacional con el brazo en alto para situar la época; velarse la cara; el machismo como muestra de una realidad..., pero también la fiesta y esas ganas de vivir que nos caracterizan.

David Coria ha adquirido en esta obra una madurez interpretativa y coreográfica espectacular. Introduce con facilidad los elementos contemporáneos como portés o caídas, así como movimientos de los bailarines de la compañía, con los suyos propios. El zapateado de Coria es trepidante, musical y seguro. Impresionante la escena con el cante por fandangos de Lagos y Coria sólo en un cuadrado de luz. Y en cuanto a David Lagos, su sabiduría cantaora estaba más que demostrada , pero quizás en esta obra al combinar su cante con algunos fragmentos de música electrónica, demuestra su singularidad y ductilidad musical como nunca.

La compañía, formada, además de Coria, por Rafael Ramírez, Paula Comitre, Florencia Oz y Maisé Márquez, responde formidablemente a las exigencias de la obra, ora bailan el flamenco más medido, ora se sitúan en estética contemporánea, incluso en cuando se quitan los zapatos para bailar alegrías y tangos.

«¡Fandango!» es una obra rotunda , en donde el flamenco se siente en absoluta libertad, aunque eso sí, profundamente prendido en sus más auténticas raíces.

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