ENTREVISTA
«El flamenco es un arte vivo y siempre está en desarrollo, aunque nunca muta»
Marco Flores, bailaor de flamenco, consiguió el galardón al Mejor Intérprete Masculino de Danza en los considerados premios Goya del teatro
El bailaor flamenco, Cia Marco Flores, se hizo el pasado lunes con el premio a Mejor Intérprete Masculino de Danza en los Premios Max , los considerados premios Goya del mundo del teatro. En esta ocasión, el gaditano hace un repaso de toda su carrera artística y recapacita sobre qué ha supuesto para él ganar un premio de estas características. Otro de sus premios destacados a lo largo de su trayectoria ha sido el premio de baile del Concurso Nacional de Arte Flamenco , en 2007 de Córdoba.
Antes que nada, enhorabuena por el premio. ¿Qué supone para usted?
Pues supone un reconocimiento a todo el trabajo y lo entiendo como un empujoncito. Es como una palmadita en la espalda. Lo recojo con mucha felicidad, siendo consciente también de que vivimos en un país que tiene unos bailarines increíbles ; entonces me siento afortunado de recogerlo porque hay muchísimos bailarines que se merecen este premio.
Imagino que el camino no habrá sido fácil estos años. ¿Ha habido momentos de desesperación?
El camino no es fácil, el camino de un bailarín es muy duro. Realmente es muy duro y se pasa momentos muy malos; pero lo que te da bailar, lo que se siente al bailar, la gente de la que me he rodeado y la vida que me ha dado el mundo de la danza es algo increíble, es algo que no cambiaría por nada.
¿Con qué se queda de todo este tiempo?
Pues con los mejores momentos encima de los escenarios y fuera de ellos también, porque no solo es el escenario sino el estudio, la documentación y los compañeros. También con las personas que he conocido, ya que algunas ahora son de las más importantes de mi vida .
Ha ido creciendo con compañeros como Olga Poricet, Manuel Liñan o Daniel Doña. Imagino que habrá sido más fácil todo este recorrido con ellos de la mano.
Cuando he tenido la suerte de conocer muy buenos compañeros con los que me he entendido muy bien y hemos tenido a veces caminos muy paralelos y de sentimientos mutuos, pues lo he agradecido. Además a todos los maestros y coreógrafos con los que he trabajado. Pero con ellos tres he tenido unos años de creación conjunta de manera natural y muy sincera. Entonces ha sido un aprendizaje muy bueno.
«Al igual que en el resto de ámbitos culturales de este mundo, en los tablaos flamencos hay muchas cosas que mejorar»
Con el reconocimiento del público, las críticas y los premios, ¿hay que seguir llamando puertas?
Sí, sí. Esta carrera por desgracia tiene dos partes . La más bonita es la parte creativa en la que estás en los escenarios, crear, estar en un estudio y documentarse. Y luego está la parte en la que no paras de estar llamando puestas porque esas puertas hoy en día se abren un 10%, de entre todas las que son, y con mucho trabajo y sacrificio.
¿Cuál es su mayor reconocimiento?
El de mis compañeros. Cuando mis compañeros se alegran de un premio y dicen que me lo merezco o se alegran de algo bonito que me ha pasado, para mí es lo mejor.
Empezaste en esto un poco de casualidad, ¿no?
Empecé por una manera más cultural y por tradición porque mis padres son dos aficionados al flamenco. El flamenco siempre ha estado en mi casa de manera aficionada. Luego mi hermano y yo pudimos acceder a un aprendizaje académico, la verdad fue bastante tarde porque empecé con unos 17 años. Pero valoras el hecho de que tus padres te hayan transmitido esa afición .
«En los tablaos, el grupo de baile lo vive improvisando entre ellos y el público queda como voyeur»
¿Qué significado tienen para usted los tablaos?
Es un espacio importantísimo y fundamental en la historia del flamenco porque ahí se cuecen cosas muy importantes que son, ni mejores ni peores que las de un teatro, diferentes. Son espacios diferentes y cada uno tiene sus recursos, sus reglas, sus pausas… El flamenco es una escuela. Es una forma de improvisar y aprender al mismo tiempo. El tablao es fundamental para el arte y con un papel increíble. Sí que es verdad que hay cosas que mejorar, al igual que ocurre con todos los ámbitos culturales de este mundo.
Entre los tablaos y el teatro, ¿con qué se queda?
Según el momento y de lo que vaya a hacer. El teatro es otra cosa, en él cambian las normas, la exposición, el mensaje, cambia todo. Es un espacio en el que lo dramático coge más peso y el mensaje cobra más importancia mientras que en el tablao el grupo lo vive entre ellos, improvisando y el público queda más como voyeur.
En el 2010 decidió crear su propia compañía. ¿Qué ha supuesto ese cambio para usted?
Pues fue asumir un riesgo fuerte. Yo tenía 28 años y venía de hacer varias producciones pero al hacerlo solo, das un salto y se empezó a ver de forma más clara cuál era mi línea. Era una forma de tener un sello.
Desde su punto de vista, ¿cómo es el flamenco en la actualidad?
Pues lo veo vivo, moviéndose, como un arte que está vivo y que nunca ha parado de comunicarse, de relacionarse. Ahora sigue igual, no es que mute sino que se desarrolla como arte vivo que es. Hay artistas que son novedad. Los espectáculos que llevan a las grandes masas y que se inspiran en el flamenco pues bienvenido sea. A todos nos va a venir bien. A raíz de este tipo de espectáculos hay quienes se puedan aficionar al flamenco, así que lo veo bien.
Ver comentarios