Les Luthiers se despiden: adiós a la inmortalidad
Después de más de medio siglo de actividad, el grupo humorístico-musical argentino pone fin a su trayectoria con una gira por España de su espectáculo 'Más tropiezos de Mastropiero' que comienza esta semana en Madrid
Carlos Núñez Cortés: «Mi etapa en Les Luthiers fueron años maravillosos en los que no le he podido pedir más a la vida»
Carlos López Puccio:«La semana de entrega del Premio Princesa de Asturias, en 2017 me marcó para toda la vida»
Les Luthiers, premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2017

Cita a Borges Carlos Núñez Cortés, integrante histórico de Les Luthiers y ya 'felizmente jubilado' cuando decía que los hombres hacen planes como si fueran inmortales. Y el legendario grupo argentino, que tiene tras de sí una legión de fieles seguidores de la ... religión 'luthierana', parecía haber encontrado el camino de la inmortalidad. Ni siquiera el fallecimiento de dos de sus miembros, Daniel Rabinovich (2015) y Marcos Mundstock (2020) y la jubilación de Núñez Cortés (2017) frenaron su marcha, iniciada hace más de medio siglo.
Pero el tiempo, como reza la frase hecha, pasa de manera inexorable, y los dos miembros del quinteto 'clásico' de Les Luthiers que permanecen en él, anunciaron su final en enero de este año a través de un comunicado. «La posibilidad de la retirada -explica a ABC Carlos López Puccio- estaba planteada desde hacía tiempo (biológicamente hablando: desde hacía décadas). Para Jorge Maronna y para mí, los únicos integrantes históricos en actividad, se trataba de un evidente caso de obsolescencia programada. No de Les Luthiers ni de su enorme trayectoria, pero sí de nuestras fuerzas para seguir creando, actuando, y a la vez sosteniendo la gran empresa que tenemos, con mucha gente trabajando en ella».
Jorge Maronna completa: «Después de casi 56 años trotando por los escenarios con este trabajo hermoso pero exigente, se impone un descanso. Tomar la decisión de cerrar no fue fácil; se trata de concluir con la actividad de toda nuestra vida. ¡Y qué actividad magnífica, irrepetible!».
Gira de despedida
En la gira de despedida que se anunciaba en el citado comunicado no podía faltar, claro, España. Les Luthiers estarán con 'Más tropiezos de Mastropiero' (un espectáculo que incluye once obras nuevas y tres obras rescatadas del repertorio histórico del grupo) en Madrid (Gran Teatro Príncipe Pío) del 31 de mayo al 25 de junio; en Sevilla (FIBES Palacio de Congresos y Exposiciones) los días 27 y 28 de junio; en la localidad malagueña de Nerja (Auditorio Manuel del Campo), el 30 de junio y el 1 de julio; en Barcelona (Auditorio Forum), del 4 al 6 de julio, y echarán el telón definitivamente el 9 de julio en el Guixols Arena de San Felíu de Guixols, en Gerona. Roberto Antier, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Tomás Mayer-Wolf, Martín O'Connor y Tato Turano son los actuales componentes de Les Luthiers; el 'Elenco 2019', como ellos mismos se denominan.



Tan solo dos miembros -López Puccio y Maronna- permanecen del quinteto que identificó durante casi treinta años al grupo, al que se referían como el 'dream team', y uno solo, Maronna, vivió la prehistoria del grupo, que se remite al año 1964, y que tiene una piedra angular: Gerardo Massana. Lo recuerda Carlos Núñez Cortés, autor del libro 'Memorias de un luthier', que acaba de publicar en España Libros del Kultrum. «Gerardo es el papá de Les Luthiers. Suya fue la idea primigenia de hacer 'Il figlio del pirata', una opereta cómica cuya partitura había encontrado en el baúl de su abuelo, catalán. Vino con ella a un ensayo del Coro de la Facultad de Ingeniería y preguntó quién se apuntaba a hacerla. Yo levanté el brazo, luego lo hizo Marcos, también Daniel. Es decir, Les Luthiers. Creamos una estudiantina y en una cena el Día del estudiante la cantamos. Al año siguiente, Gerardo nos propuso para esa misma celebración hacer una parodia de la 'Pasión según San Mateo', de Bach. Tomó los ocho primeros compases de la partitura y los continuó sustituyendo el texto bíblico por el del prospecto de un medicamento. Primero pensó en una vitamina, Redoxón, pero un médico que estaba en el coro, Mario Brodsky, le sugirió que redoblara la apuesta. ¿Y cómo? Con el prospecto de un laxante. Le dio el de un producto que se llamaba Modatón (luego tuvimos que llamarlo Laxatón, porque no podíamos usar Modatón), y Gerardo empezó a escribir una pieza para canto y piano al estilo de la 'Pasión'. Se dio cuenta de que necesitaba algo más, y era que teníamos que tocar instrumentos inventados. Habló con todo el coro y nos dijo que el que quisiera participar no solamente iba a tener que cantar sino que iba a tener que construirse un instrumento. Yo construí el tubófono, que está hecho con tubos de ensayo de laboratorio, y Gerardo el bass-pippe a vara, que se convirtió prácticamente en un símbolo. ¿Cómo no va a ser él el factotum, el que encendió la chispa?».

Aquella chispa terminó de prenderse un año después con la primera actuación profesional del grupo, que se llamaba entonces ' I Musicisti', y se transformó en incendio el 4 de septiembre de 1967 con la fundación de Les Luthiers. Lo formaban entonces Gerardo Masana, Marcos Mundstock, Jorge Maronna y Daniel Rabinovich, y poco después se unirían Carlos Núñez Cortés, Carlos López Puccio y Ernesto Archer. La muerte de Massana en 1973 y la marcha de Archer en 1986 convirtieron a Les Luthiers en el quinteto más reconocible y aplaudido.
¿Por qué el humor de Les Luthiers ha llegado tan lejos -en 2017 recibieron el premio Princesa de Asturias-. Núñez Cortés tiene una teoría. «Nosotros hemos bebido de Muñoz Seca, de Jardiel Poncela, de Fernández Flórez… De todos estos grandes literatos del humor español, con un extraordinario manejo de la ironía y de los juegos de palabras extraordinarios. Además, en Buenos Aires había cincuenta o sesenta años atrás un caldo de cultivo literario tan hermoso, tan lindo… Era la época de Cortázar, de García Márquez y de tantos otros. Y de pronto coincidimos en un coro de Ingeniería un grupo de muchachos, todos estudiantes universitarios y con una marca de ADN maternal y paternal como solo los argentinos tenemos -yo soy descendiente de españoles y turcos, mi mujer de italianos y polacos…- Y cada uno de nosotros traía cosas de sus lugares, y nos unía una sola cosa: la música. ¡Y qué música! Los madrigales de Palestrina, las Pasiones de Bach… A todos, además, nos encantaba la 'joda', el chiste y el doble sentido… Pero con un nivel acorde al lugar en el que estábamos, no el del vestuario de un equipo de fútbol.
Así se empezó a crear un grupo en torno a Gerardo Massana con ese molde y con un nivel muy alto; los chistes los disfrutábamos los universitarios y los que conocíamos los salmos de Palestrina. Solo queríamos ser una estudiantina para consumir dentro de la facultad. Hasta que alguien propuso que intentáramos despegarnos. Le dijimos que estaba loco, que quién iba a consumir eso. Y nos llevamos la gran sorpresa. Porque al principio venían veinte personas, treinta, cien… Y no nos lo podíamos creer. Trabajábamos una noche por semana en algún 'café-concert'. Y de pronto la gente empezó a aprender con nosotros: empezó a reírse de la cultura, no del 'slapstick'. Lo que siguió, creo, fue una especie de agradecimiento. La gente se daba cuenta de que se podría reír de cosas distintas».
España
También en España, por cierto, tuvieron unos comienzos difíciles. Su primera actuación fue en 1974, en el Teatro Marquina de Madrid, donde se los anunciaba como «delirantes cómico-musicales», y de la mano de un empresario, José Caturla, que tuvo que vender su coche para sufragar el fracaso que supusieron sus actuaciones en la capital. No decayó su fe, sin embargo, y volvió a traerles ocho años después, en lo que sería el principio de una fecunda relación con el público español.
«Cuando llegamos a España por primera vez -dice López Puccio-, teníamos internalizada desde la infancia, algo cristalizada, la idea de 'madre patria'. Pero muy pronto esa vaga idea fue adquiriendo rasgos de realidad: España nos recibió con gran generosidad, como una verdadera madre. Y nuestro público español, en la valoración cómplice de nuestro arte, en la acogida plena y sin reticencias, pasó a ser un enorme grupo de hermanos. No tenemos palabras para agradecerle a España todo lo que nos ha dado».
Lejos de Les Luthiers
Carlos Núñez Cortés ya sabe lo que es vivir lejos de Les Luthiers: «El psicoanalista me lo advirtió el día que le dije que estaba absolutamente decidido a dejar de trabajar. 'Vas a soñar todas las noches un sueño recurrente: estarás en el camarín, vendrán a buscarte para la actuación y estarás sin los zapatos, sin la pajarita… Y te va a agarrar angustia. Eso se va a repetir durante mucho tiempo hasta que un día, mágicamente, desaparecerá'. Han transcurrido casi seis años y me sigue pasando… Lo que he vivido en estos más de cincuenta años es muy intenso; fueron años maravillosos en los que no le he podido pedir más a la vida. Estoy muy satisfecho de todo lo que he vivido, de dónde he estado y en lo que me he convertido».
López Puccio se expresa en términos similares: «Creo que lo más significativo es haberme permitido el íntimo orgullo de hacer un poquito felices a dos o tres generaciones. También el halago del enorme cariño y agradecimiento que, por esa razón, hemos recibido de nuestro público».
MÁS INFORMACIÓN
«Cuando empezamos -concluye Jorge Maronna- yo tenía sólo 19 años, y a partir de ese momento la actividad de nuestro grupo se convirtió en el eje sobre el que se construyó toda mi vida adulta. Les Luthiers es una escuela de creación, de disciplina, de convivencia, que me permitió vivir una infinidad de experiencias hermosas: además de las artísticas, que son tantas, pude conocer personas extraordinarias, hacer amigos entrañables, recibir el cariño y la gratitud del público, mucho más de lo que hubiera soñado en nuestros modestos comienzos».
De la prehistoria a la despedida
Septiembre de 1964. Gerardo Masana, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich, entre otros, se unen, bajo la iniciativa del primero, para interpretar una opereta cómica titulada 'Il figlio del pirata'.
Septiembre de 1965. Gerardo Masana reúne a varios integrantes del Coro de Ingeniería de Buenos Aires para interpretar en un festival la 'Cantata Modatón', una parodia de cantata barroca en la que nacen los 'instrumentos informales'. Poco después tienen su primera actuación profesional en Buenos Aires como 'I Musicisti'.
4 de septiembre de 1967. Gerardo Masana, Marcos Mundstock, Jorge Maronna y Daniel Rabinovich dejan I Musicisti y fundan Les Luthiers. Carlos Núñez Cortés sigue en esta formación.
1969. Carlos Núñez Cortes se une a Les Luthiers.
1971. Carlos López Puccio se integra como miembro de Les Luthiers, y más tarde lo hace Ernesto Acher.
23 de septiembre de 1973. Muere Gerardo Massana. El grupo se convierte en un sexteto que forman Ernesto Acher, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich.
Septiembre de 1986. Ernesto Acher deja Les Luthiers y el grupo pasa a conformarlo el quinteto clásico más reconocible, y que permanece así durante 28 años.
21 de agosto de 2015. Muere Daniel Rabinovich. Entre 2015 y 2017, Les Luthiers lo forman Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés, Martín O'Connor y Tato Turano, con Roberto Antier y Tomás Mayer-Wolf como reemplazantes.
29 de septiembre de 2017. Última función de Carlos Núñez Cortés, que se jubila.
2019. Marcos Mundstock deja el grupo por enfermedad; el 22 de abril de 2020 fallece. Desde entonces hasta ahora, el grupo lo forman Roberto Antier (que sustituye a Mundstock), Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Tomás Mayer-Wolf, Martín O'Connor y Tato Turano.
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