'Aida', más allá de las trompetas y la 'Marcha triunfal'
El Teatro Real abre su temporada operística con la reposición de su histórica producción del popular título verdiano, dirigida por Hugo de Ana

Pocos compases hay en la historia de la ópera tan populares y reconocibles como los de la 'Marcha triunfal' de 'Aida'. En el Teatro Real se escucharon, antes de su cierre en 1925, en 353 ocasiones, y volvieron a sonar otras ocho veces en octubre de 1998, apenas un año después de su reapertura. Se escucharon entonces en el contexto de una producción firmada por el argentino Hugo de Ana. «Fue uno de los espectáculos emblemáticos de las primeras temporadas de aquel Teatro Real», asegura JoanMatabosch, actual director artístico del coliseo madrileño, que justifica su reposición en 2018 y en esta temporada -inaugurará el curso el próximo 24 de octubre, con la presencia de los Reyes- con la necesidad de que una institución como el Teatro Real disponga «de una producción de repertorio de un título como 'Aida', sobre todo cuando, además, en su día, la institución hizo el esfuerzo de dotarse de una de las puestas en escena más espectaculares que existen de la ópera de Verdi». La reposición de 'Aida' -coproducida por la Abu Dhabi Music and Arts Foundation- se plantea pues como un autohomenaje que se hace el Teatro Real, que reabrió sus puertas como teatro de ópera hace un cuarto de siglo, el 11 de octubre de 1997.
Pero «el teatro es un hecho vivo, que cambia cada día», dice Hugo de Ana, que asegura sin pestañear que «lo que queda es la música de Verdi, lo más importante; lo demás se puede renovar, hacerse de una forma o de otra. Pero lo importante siempre es respetar la esencia musical y dramática del espectáculo». Han pasado veinticuatro años desde 1998; «se han modificado muchas cosas, todos hemos modificado la forma de trabajo en nuestra carrera. Evidentemente, el punto de partida es el concepto que ya estaba implícito en 1998, pero el espectáculo ha ido evolucionando porque lo ha hecho el mundo, porque ha cambiado la forma de ver un espectáculo teatral y porque todos nosotros hemos evolucionado como personas también. Los años no pasan en vano. Por eso digo que no se va a ver una reposición, sino un espectáculo nuevo». Entre las novedades introducidas en el montaje figuran las proyecciones concebidas para trascender la evocación de un Oriente idealizado.
Las óperas más conocidas por el público, como es 'Aida', son un reto complicado para el director de escena. «Con cualquier ópera del gran repertorio va a haber siempre opiniones encontradas, distintos puntos de vista -argumenta Hugo de Ana-. Estas son las obras complejas, las obras en las que uno debe buscar su propia identidad para proyectarla en el espectáculo, pero al mismo tiempo tiene que pensar qué es lo que va a aceptar el espectador en ese momento... O en este momento; siempre existe el momento actual. Una obra ha de pensarse tanto en el momento en que fue creada como en el actual, en el que la estamos haciendo. Escénicamente, no todo está escrito en la partitura; hay que respetar, sí, el camino de la música, y a partir de allí entrar en el proceso de creación, donde cada artista es libre de reinterpretarlo a su manera. Y no porque un espectáculo sea más 'tradicional' o más 'realista' significa que respete más la partitura. Se respeta cuando se entiende lo que el compositor quiso hacer con ella. Si vamos en contra, no funciona. Aunque tenga aceptación por parte del público, pero eso es otra historia. Pero para que funcione un espectáculo de ópera hay que respetar la música. Si no, si se hace otra cosa, no sirve».
Giuseppe Verdi compuso 'Aida' sobre un libreto de Antonio Ghislanzoni. Se estrenó en la Ópera de El Cairo el 24 de diciembre de 1871. Al Teatro Real llegó tres años más tarde -se estrenó el 12 de diciembre de 1874-. En la historia hay un triángulo amoroso -el que forman Radamés, Aida y Amneris-, sacrificio, patriotismo, guerra, poder político y religioso, así como conflicto entre afectos diferentes. La idea de grandiosidad que muchos tienen de la ópera -la 'Marcha triunfal' tiene mucho que ver en ello- contrasta con la intimidad que domina buena parte de la obra.

«La complejidad de 'Aída' está en que todo el mundo espera el acto de la 'Marcha triunfal'... Que está muy bien escrito, aunque tendemos a banalizarlo, a creerlo superficial. Y no lo es. Hay en él un conflicto interior y un conflicto político. Más allá de la propia marcha o del ballet, lo importante de ese acto es conseguir que el público vea en esa fiesta los ejes político, religioso y popular, que se contraponen y dejan en ese momento en un segundo plano el conflicto afectivo. Ese triángulo -poder político, poder religioso y pueblo- está latente en casi todas las obras de Verdi: 'Don Carlo, 'Simon Boccanegra'... Muchas veces puede pasar desapercibido para el público porque el aparato escénico de Verdi es muy grande... 'Aida', para mí, tiene dos partes muy diferenciadas: los dos primeros y los dos segundos actos; cambia la atmósfera musical, la relación entre personajes..., que se hacen reales a partir del tercero acto. Y, más allá de pensar si la ópera es intimista o no lo es, lo importante es que el público entienda el paso de las distintas secuencias hasta llegar a la escena final, el culmen de la obra».
Tres repartos y sesenta y nueve figurantes
Veinte funciones -incluido el preestreno joven- entre el 21 de octubre y el 14 de noviembre, tres directores de orquesta -Nicola Luisotti, Daniel Oren y Diego García Rodríguez- y tres repartos diferentes, con veintiún solistas: Deyan Vatchkov, David Sánchez, Jamie Barton, Sonia Ganassi, Ketevan Kemoklidze, Krassimira Stoyanova, Anna Netrebko, Roberta Mantegna, Vittoria Yeo, Piotr Beczala, Yusif Eyvazov, Jorge de León, Alexander Vinogradov, Jongmin Park, Simón Orfila, Carlos Álvarez, Artur Rucinski, Gevorg Hakobyan, Jacquelina Livieri, Marta Bauza y Fabián Lara. A ello hay que sumar la orquesta, los ochenta miembros del coro y los sesenta y nueve figurantes. Son los números de esta 'Aida' inaugural que apuesta nuevamente por la espectacularidad.