CRÍTICA DE ZARZUELA

Yoncheva dimensiona la zarzuela

Acaba de protagonizar un recital, junto a la Orquesta de la Comunidad de Madrid y el director Miquel Ortega, que ya suma entre los hitos del Teatro de la Zarzuela

Sonya Yoncheva, durante el recital JAVIER DEL REAL

Alberto González Lapuente

Todavía está por escribir la historia de la zarzuela por el mundo incluyendo la de aquellos intérpretes que se acercaron al género de forma esporádica. Desde Enrico Caruso de quien ha quedado la grabación de la romanza 'Flores purísimas' de la hoy desconocida 'El milagro de la Virgen' de Pina y Chapí , hasta Elina Garanca , cuyo recuerdo se asocia al formidable recital que ofreció en el Teatro de la Zarzuela en pleno apogeo de la crisis provocada por el intento de absorción por parte del Teatro Real, en 2018. Actuaciones así tienen un indudable valor sentimental asociado a la circunstancias aunque su verdadera importancia radique en el esfuerzo y éxito conseguido por alguien aparentemente alejado de un repertorio tan singular. El último ejemplo es el de Sonya Yoncheva, cuya actual carrera internacional también ha crecido en Madrid desde su primera actuación junto a William Christie hará unos catorce años y antes de implicarse en varios proyectos artísticos en el Real. Yoncheva acaba de protagonizar un recital en la Zarzuela junto a la Orquesta de la Comunidad de Madrid y el director Miquel Ortega que ya suma entre los hitos del teatro.

La prueba era difícil pero es obvio que estaba preparada muy a fondo, empezando por el desarrollo de un programa muy exigente en el que se incluyeron diez romanzas separadas por cuatro fragmentos instrumentales y que se interpretó sin solución de continuidad de acuerdo con las actuales medidas sanitarias. Junto a fragmentos inmediatos como la canción española de 'El niño judío', otras poco habituales y sin concesiones de 'El anillo de hierro' de Zapata y Marqués, 'El pájaro azúl' de López Monís y Millán y 'El juramento' de Olona y Gaztambide. La propia Yoncheva señalaba al terminar el recital que se trataba de un repertorio muy complejo por la naturaleza musical de las obras y también en referencia al idioma, del que está cerca por su matrimonio con el director venezolano Domingo Hindoyan. Pero no hay mejor aliado ante la dificultad que una técnica bien armada y una voz poderosa.

Hubo tanteos inevitables en la primera 'Noche hermosa' de 'Katiuska' y una primera sensación de plenitud en la petenera de 'La Marchenera'. Yoncheva puede enmascarar a veces el registro agudo desligándolo ligeramente de la linea general pero es tan rotunda la totalidad, perfila la línea con tanta intención e, incluso, procura un intención dramática tan bien estudiada que a la sensación de facilidad es inevitable unir una excepcional impresión de plenitud. Hay ante todo hay una rectitud en el estilo que nace de un acercamiento a las obras esencialmente musical y que tiene que ver muy poco con los acentos que en muchas ocasiones estereotipan y falsean la verdadera naturaleza del género. En esa línea estuvo la romanza de 'La del manojo de rosas' y las carceleras de 'Las hijas del Zebedeo'. Aunque hubo dos puntos culminantes muy claros. El primero fue el dúo de 'El gato montés' de Penella, que interpretó junto al tenor Alejandro del Cerro, rotundo, sin fisuras, derrochando facultades y energía, lo que colocó a ambos en una posición descollante y elevó la tensión general. También la salida de 'Cecilia Valdés', que Yoncheva cantó en el cierre imponiendo el talento a la dulzonería.

Fue un final definitivo para un concierto que no habría sido posible sin el concurso del maestro Miquel Ortega. Es difícil recordar una actuación en la que se le viera tan exacto, preciso y tajante. Consiguió reunir a la Orquesta de la Comunidad en un sonido poderoso, que no es fácil extraer y menos aún mantenerlo con semejante precisión rítmica y calidad expresiva. La entrada con el preludio de 'La alegría de la huerta' de Chueca alertó sobre la dimensión que el programa tomaría después y aún se continuó con el de 'Los borrachos' de Giménez y los intermedios de 'Los burladores' de Sorozábal, y sobre todo con el de 'La leyenda del beso' de Soutullo y Vert. Una opción musical más amable y menos concluyente habría dejado a Yoncheva demasiado abandonada. Ortega aún acompañó al piano la habanera de 'Carmen' , fuera del programa y tras repetir la petenera de Moreno Torroba. Con estas propinas terminó un recital construido con un notable derroche de facultades pero marcado por una inteligencia artística poco frecuente.

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