«...Y la casa crecía», entre las comedias de Jardiel y los autos sacramentales de Calderón
El Centro Dramático Nacional estrena en el María Guerrero la obra de Jesús Campos
![Ana Cerdeiriña y Miguel Palenzuela, en una escena de la función](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2016/03/04/YLaCasaCreacia--620x349.jpg)
Una pareja de funcionarios del Ministerio de Agricultura que entran como alquilados en una casa es el vehículo a través del cual Jesús Campos (1938) ha querido realizar una ácida crítica al sistema centrado en las facilidades que nos ofrece para «hacernos pensar que somos ricos y hacernos vivir por encima de nuestras posibilidades. Nuestro bienestar no está en nuestras manos, nuestro futuro está en manos de otros. Y de eso habla la obra». Con «... Y la casa crecía», Campos regresa cuarenta años después al teatro María Guerrero , donde estrenó en 1976 su emblemática «7.000 gallinas y un camello». Además del autor, es el escenógrafo y el director de la función, que interpretan Fernando Albizu, José Ramón Arredondo, Ana Cerdeiriña, Luis Hostalot, Ana Marzoa, Juan Matute, Miguel Palenzuela, Juan Carlos Talavera, Marilyn Torres y Samuel Viyuela .
Campos define su texto como «una comedia codornicesca que se transforma en un drama calderoniano . Es una comedia del absurdo, disparatada, crítica, alegórica y algo financiera». También habla el dramaturgo de «disparate», «lo que la acerca más a la realidad», y se cura en salud al decir que «hay signos para todos, pero la mayoría del público no entenderá más del 80 por ciento. Quien la quiera entender lo hará, y quien no quiera entenderla no lo hará».
El título de la obra implica ya una concepción dinámica de la obra, según el autor. «Estamos en una sociedad en movimiento, en transformación continua. El crecimiento está bien, porque el problema no es crecer, sino la distribución de los bienes. La premisa para que haya gente que trabaje y pueda comer es que otros se enriquezcan, porque solo si lo hacen darán trabajo a otros».
En la obra, apunta el actor Fernando Albizu, «hay unos personajes de carne y hueso , otros alegóricos y otros “cuasidivinos”». Los personajes de carne y hueso son los dos funcionarios, que según Ana Cerdeiriña «son las víctimas del crecimiento exacerbado, que se impregnan de la sociedad en la que viven y se convierten en unos estafadores de tres al cuarto». Pero hay, concluye Campos, un culpable: «El concepto poder, que es muy antiguo, se inició en el Delta del Nilo con los excedentes agrarios, y se ha camuflado de veinte mil formas a través de los siglos».