Victoria Vera: «La libertad y la independencia son las banderas de cualquier artista»

La actriz interpreta a Salomé en una nueva producción de la obra de Oscar Wilde que dirige Jaime Chávarri

Victoria Vera, en el patio de butacas del teatro Fernán-Gómez José Ramón Ladra

JULIO BRAVO

Victoria Vera vuelve al teatro. En unos momentos en que tanta gente añora el espíritu de la Transición, renace la que fuera una de sus musas. Lo hace encarnando a un personaje mítico: la Salomé que creó Oscar Wilde a partir del relato bíblico. No solo es la protagonista; ha asumido la producción del proyecto después de que el anterior productor diera la espantada poco antes de estrenar. «Es un proyecto que merecía la pena que no muriera; hay una compañía extraordinaria, con Manuel de Blas, Ana Marzoa... Hubiera sido una lástima que se quedara en la cuneta por la irresponsabilidad, teñida de mala fe, del productor. Y di un paso al frente».

Victoria Vera, como Salomé

No necesariamente. Una niña no se comporta así. Creo que hay un poco de ignorancia con respecto a la historia real. Hay muchas vírgenes que no son niñas. Ir al tópico de la lujuria de la adolescencia no es exacto. Además, esta es una propuesta distinta. Salomé es una chica que vive con una madre que se casa con el asesino de su padre, y Jaime ha incidido en ese tinglado familiar. Es una lectura diferente a la que hemos visto otras veces, en la que Salomé no es una niña caprichosa que quiere cortar la cabeza al Bautista porque se muere de deseo sexual. No va por ahí. En esta versión actúa por despecho ante el desprecio del Bautista.

¿Y qué actitud mantiene hacia Herodes?

Herodes es para ella un ser horrible. Salomé está sola, aislada de su entorno, no tiene nada que ver con el resto. No sabe cómo escapar del infierno que para ella supone su familia, y el montaje también incide en este aislamiento.

¿Pero su acción busca también vengarse de algún modo de Herodes?

Ella sabe, porque lo dice, que Herodes, el tetrarca, le tiene miedo al Bautista, y no quiere enfrentarse a él. Y Salomé busca hacerle daño, vengarse de la muerte de su padre a través de la figura del Bautista, que le fascina porque no tiene nada que ver con todo lo que le rodea.

¿Ella es consciente de su sensualidad y todo lo que provoca?

La gente verdaderamente sensual no es muy consciente de ello. La que finge ser sensual sí, y hace el ridículo.

¿Al hacer su baile, no es consciente de lo que provoca en Herodes?

«Salomé baila para conseguir lo que ella quiere. Se da cuenta de que no va a conseguir al profeta, y la única manera de salirse con la suya es cortarle la cabeza al bautista»

Ella baila para conseguir lo que ella quiere. Durante el baile se da cuenta de que nunca va a conseguir al profeta y la única manera de hacerle daño al tetrarca y, de alguna manera, salirse con la suya, es cortarle la cabeza al Bautista.

¿Salomé era un personaje en el que había pensado alguna vez?

Sí, porque esta obra para mí significa un antes y un después en el panorama teatral europeo de final del siglo XIX. Y me pareció que todo lo que generó Salomé: la cantidad de juicios, la incomprensión hacia Wilde, el sufrimiento que éste tuvo..., había que recordarlo y ver hasta qué punto el puritanismo excesivo y el sectarismo siguen vigentes, y podemos aprender del pasado. Con Wilde se cometió una enorme injusticia. Incluso con el tiempo su figura resulta discutible, y a mí eso me extraña mucho. Que a gente con talento y sensibilidad poética como Wilde se le ningunee a cambio tal vez de una mediocridad...

La última vez que se subió a un escenario fue hace siete años. ¿Por qué no ha hecho más teatro?

«No me considero olvidada. No he tenido nunca esa sensación. Sí tengo cada vez más responsabilidad con lo que puedo ofrecer»

Porque solo quiero hacer lo que me gusta. «La decente» me gustó hacerla porque es un personaje divertidísimo, y porque siempre reivindico la figura de Miguel Mihura, al contrario de lo que se quiere hacer con él. Es uno de los grandes autores de comedia de este país, al margen de cualquier sectarismo ideológico que pueda surgir alrededor de su figura; completamente injusto, por otro lado. El proyecto de «Salomé» vino casi inmediatamente después de «La decente», pero se fue retrasando y yo lo quería hacer. Tengo por otro lado además otro proyecto audiovisual. El caso es que han ido pasando los años.

¿Se considera olvidada?

No. En absoluto. Nunca he sentido eso. ¿Por qué lo pregunta?

En España es frecuente estar de moda y pasar después al olvido. Usted trabajó mucho durante una época y ahora trabaja mucho menos.

Porque cada vez tengo más responsabilidad con lo que puedo ofrecer.

¿No es que no se acuerden entonces de usted?

«Hay una sensación un tanto despectiva para con los "cómicos", para la "farándula"; no hay respeto por la gente que verdaderamente aporta cosas»

No, no siento en absoluto eso. Sí siento la responsabilidad de que cada vez que hago teatro tiene que estar en la línea de lo que he estado ofreciendo siempre. Yo estuve durante siete años sin trabajar en el teatro. Desde «Las amargas lágrimas de Petra von Kant» hasta la «Lulú», que fue lo siguiente, pasó ese tiempo. En ese período hice televisión, cine, tanto aquí como fuera de España. Un actor tiene diferentes etapas. Yo tuve una intensísima de teatro, y luego vino otra de cine y de televisión. Y después vino una tercera de intentar afrontar mis propios proyectos, que eso es más complicado. Especialmente por la falta de una ley de mecenazgo en nuestro país, que enriquecería el panorama teatral y significaría que no habría sectarismo ni clientelismo por las subvenciones.

¿Cree que el mundo de la cultura es muy llorón en general?

Es que la cultura en España está muy abandonada. No es una materia que interese mucho a los políticos, y sin embargo lo que queda finalmente son las obras de arte. Hay además una sensación un tanto despectiva para con los «cómicos», la «farándula»... No hay respeto por la gente que verdaderamente aporta cosas.

Usted siempre ha tenido dos palabras clave en su carrera: libertad e independencia...

Son las banderas de cualquier artista.

Pero hay gente que esconde la bandera...

Bueno... Estamos en un momento tan extraño. Pero sin libertad y sin independencia, ¿qué hace un artista? Para crear hay que tener libertad, y la independencia te sirve para no deberle nada a casi nadie. Para ser tú mismo y ofrecer una cosa limpia al público.

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