Es verdad, nada es imposible
Reivindica Antonio Díaz, el Mago Pop , la condición de 'arte escénica' para la magia y el teatro como su habitat más adecuado (no está solo en esta pelea; figuras como Anthony Blake llevan años repitiendo el mismo argumento). Pero la mejor manera de defender esta idea es presentando un espectáculo del nivel de ' Nada es imposible '.
Con apenas 35 años, Díaz se encuentra ya en la élite de la magia internacional: sus publicitarios se refieren a él como 'el ilusionista europeo más taquillero de Europa y el artista español que más entradas ha vendido durante los últimos cuatro años'. Está previsto además que 'Nada es imposible' se lleve a Broadway el año próximo.
Hay muchos adjetivos que se podrían aplicar al espectáculo del Mago Pop: asombroso, sorprendente, fascinante, formidable, magnífico, impactante, cautivador, magnético... Conmocionan y deslumbran los trucos, variadísimos -que abarcan 'sencillos' juegos de cartas como teletransporte de espectadores, mentalismo e incluso el vuelo del propio mago-, tanto por la precisión y velocidad de su ejecución como por su originalidad y atractivo. Ver como transforma en su mano un naipe en el reloj que le ha prestado un espectador hasta cuatro veces seguidas; hacer creer a todo el público que ha retrasado el tiempo y les ha devuelto a siete minutos atrás; hacer 'pasar' a dos espectadores de una jaula a otra, en la que él se encuentra, de una manera incomprensible, son razones más que suficientes para levantarse de la butaca entusiasmado.
No solo brilla la magia. 'Nada es imposible' es, además, un espectáculo de ritmo trepidante, brillante, emocionante incluso. El Mago Pop es un personaje carismático y acompaña su magia con un discurso optimista y positivo, esperanzado que hace que los espectadores salgan del teatro -además de con los ojos abiertos como lechuzas y el cerebro dando vueltas irremediablemente-, con una sonrisa de oreja a oreja.
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