Trenza cubana

Liliana Menéndez y Carlos Acosta, en 'Mermaid' Javier del Real
Julio Bravo

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Que el cubano es un pueblo extraordinariamente dotado para el baile es una verdad tan absoluta como que la Tierra es redonda. Solo con esa materia prima pudo Alicia Alonso crear hace algo más de setenta años el Ballet Nacional de Cuba y lograr la fecunda cantera de bailarines que la compañía ha exhibido durante décadas (fruto, naturalmente, de mucho trabajo, no todo es naturaleza).

Uno de los nombres más relevantes surgidos de este conjunto es Carlos Acosta, que tras desarrollar una brillante carrera internacional -especialmente en compañías como el English National Ballet o el Royal Ballet, ambos radicados en Londres- quiso retomar sus raíces y creó hace algo más de un lustro un conjunto con una doble intención: dar a conocer el talento cubano y trenzar en sus coreografías -también en sus músicas- ballet clásico, danza contemporánea y folclore.

El programa presentado en el Teatro Real -significativamente titulado 'Evolution'- es una fascinante muestra de sus intenciones -y de sus logros-. Lo componen tres coreografías corales y dos protagonizadas por Acosta -un paso a dos y un solo-, cuya presencia en el escenario sigue siendo casi necesaria para 'vender' la compañía.

El grupo demuestra en 'Satori', 'Paysage, Soudain, La Nuit' y 'Twelve' su versatilidad, su compromiso, su preparación, su energía y su calidad. La primera coreografía, del cubano Raúl Reinoso, muestra su registro más lírico, más espiritual, sobre la música de acentos folclóricos del también cubano Pepe Gavilondo. 'Paysage, Soudain, La Nuit', del sueco Pontus Lidberg, es una obra vitalista, ilusionada, trenzada a través de dúos, tríos cuartetos y conjuntos con la rumba como ritmo principal, ecos de ancestros africanos en sus músicas (su corazón es Leo Brouwer) y movimientos muy bailables y constantes. 'Twelve', del español Jorge Crecis sobre música de Vincenzo Lamagna, es un juego de pirotecnia, un ejercicio más de malabarismo que coreográfico, por momentos magnéticos, que exige a los bailarines un altísimo grado de concentración, de compromiso y de deseo de jugar.

En las tres piezas la compañía consigue un sobresaliente por su fuerza, su entrega y la calidad de su baile, que prueba que el talento cubano por lo que respecta a la danza no ha mermado en absoluto. Se puede personalizar en Zeleidy Crespo, una artista magnética y de imponente presencia.

Los dos trabajos protagonizados por Carlos Acosta son el necesario contraste, y permiten ver a un bailarín sobresaliente, dominador del gesto y del ritmo, de movimientos sutiles en 'Two' y poderoso en 'Mermaid', donde también destaca, por su arrojo y su clase, Liliana Menéndez.

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