Un thriller brillante sobre nuestra precariedad

Diego Doncel

La Compañía Cuarta Pared vuelve a poner el dedo en la llaga. Después del éxito rotundo de crítica y público que supuso «Nada que perder», primera obra de la denominada Trilogía Negra, «Instrucciones para caminar sobre el alambre» vuelve a hacer explotar sobre el escenario toda la rabia moral, toda las intemperies existenciales a las que nos lleva un sistema para el que el individuo es solo una cifra, ese menos que cero que late entre la precariedad, la competitividad y la angustia. La obra es una reflexión, hondamente realista, sobre nuestras fragilidades, sobre nuestra nula relevancia en esta nueva cosmovisión que ha sustituido al hombre como centro del universo y ha colocado en su lugar a un sistema económico feroz. Una economía sin alma que solo espera seres sin alma, errando de trabajo precario en trabajo precario, de meta productiva en meta productiva. Sísifos que persiguen un bienestar social inalcanzable.

Al grito de vamos, vamos, sí puedes, sí puedes la obra arranca de forma bellísima con Alba en una bicicleta espoleada por su padre en un entrenamiento, la misma bicicleta, el mismo símbolo que se utilizará al final de la obra antes del gran derrumbe. En medio, la caída al infierno, a la zona cero de los desajustes psíquicos, de la falta de horizonte y de la enfermedad mental. «Instrucciones para caminar sobre el alambre» propone una doble vía argumental: la vida de Alba y las orientaciones para afrontar su desaparición. Es cierto que algunas escenas pueden dañar la solidez del conjunto, pero aun así esta galería de horrores cotidianos posee fuerza, ritmo trágico y una profunda mirada crítica no exenta de humor. El espacio escénico a cuatro bandas refleja esa continua tensión, esa continua combustión de seres sin futuro, de un futuro que se marchó en algún momento por las alcantarillas de los gráficos económicos, de la alienación y de la humillación: es el domicilio familia, el hospital psiquiátrico con sus sábanas llenas de cucarachas, el día de un cumpleaños que se convierte en el día de un suicidio, la oficina de una empresa de márketing donde se vacían las vidas… La realidad está ahí, sobre las tablas negras de la Cuarta Pared, haciendo guiños irónicos a la realidad: ese Madrid Central convertido en Libertad Central y donde se proyecta, a golpe de pedal e impulsado por nuestros políticos, la exigencia hasta límites insoportables de una buena campaña publicitaria. Y todo ello con un gran trabajo interpretativo, hasta el límite.

«Instrucciones para caminar sobre el alambre» es, por todo ello, una obra que documenta nuestro mundo, que levanta acta literaria de nuestros desajustes. Vuelve a hacer leyenda, es lúcida, potente, sin concesiones, es emocionante y sabe llegar adonde el teatro forma parte de nosotros.

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