Tartufos del siglo XXI

Silvia Espigado y Pepe Viyuela, en una escena de 'Tartufo' Efe
Julio Bravo

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El Tartufo que Molière creó en 1667 ha quedado como el arquetipo de la hipocresía -del mismo modo que los shakesperianos Otelo y Romeo y Julieta lo son de los celos y del amor, respectivamente-. 'Tartufo o el impostor' es el título original de esta comedia inmarcesible, que es también un divertidísimo berbiquí que horada en las conciencias y ayuda a desnudar negruras humanas a través de personajes que todos seguimos reconociendo.

Ernesto Caballero ha puesto en pie esta obra e incide, precisamente, en los lazos que la unen al siglo XXI; lo hace a las bravas, con un escenario desnudo y con sus tripas al aire donde los actores que van a representar la obra se cuestionan antes de empezar el sentido que tiene para los espectadores actuales y para ellos mismos. Los políticos, las redes sociales, la publicidad, los medios de comunicación, son apuntados como los tartufos del siglo XXI. Es dramáticamente un recurso atractivo, aunque probablemente la obra sea capaz de hablar por sí sola y más ayuda que una versión limpia -y esta lo es- al público de nuestros días. Lo hace además desde la base de la traducción en verso que realizó José Marchena a p0rincipios del siglo XIX, que contrasta con el habla entre macarra y choni de uno de los personajes; el contraste no chirría, y eso es mérito de la dirección, y muestra la contemporaneidad de un texto absolutamente lúcido y revelador -donde tienen encaje desde las femen hasta el tik tok-, en el que se demuestra que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

La piedra angular del 'Tartufo' de Caballero es Pepe Viyuela ; el director sabe explotar la capacidad expresiva y la infinita paleta de gestos que son características de este actor, uno de los mejores y más camaleónicos intérpretes españoles de nuestros días -y también transparente: hay cierta opacidad en su mirada, que revela su situación anímica-. Junto a él destaca Paco Déniz , que encaja su Orgón dentro del traje de la tradición de los grandes caricatos. También brillan Silvia Espigado , como Elmira, y María Rivera como Dorina, en su 'doble' papel de criada impertinente y metomentodo y de joven limpiadora que, con sus desacomplejadas opiniones, despeja la mente del actor principal. La función es un fresco, atractivo y entretenido acercamiento a uno de los textos fundamentales de la historia del teatro.

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