Sasha Waltz hereda de Nacho Duato el Ballet Estatal de Berlín
La coreógrafa alemana presenta, con gran éxito, su primer programa en la Komische Oper
En una de las salas enmoquetadas de rojo de la Komische Oper de Berlin , junto a un piano de cola enfundado y sin mucho glamur alrededor, el director Johannes Öhman dio el viernes por la noche el definitivo abrazo de bienvenida a Sasha Waltz , después del estreno. «La noche ha sido todo un éxito, me siento aliviado», dijo sobre la premier de « Half Life », las coreografías de Stijn Celis y Sharon Eyal con las que Waltz se estrenaba como directora del Ballet Estatal de Berlín y que confirmaron que está a la altura del cargo.
Su llegada al puesto tiene un alto componente de decisión política y requirió el sacrificio de Nacho Duato un año antes de que finalizase su contrato. Es un secreto a voces en Berlín que la directiva, cuyos cargos tienen fecha de caducidad, quería dejar atado y bien atado el nombramiento de Waltz, por lo que no podía esperarse más tiempo.
Pero Duato se había metido al público berlinés en el bolsillo y por eso en las butacas había cierto escepticismo, que duró hasta la pausa pero que desapareció en cuanto la música máquina de Ori Lichtik , tan apropiada para la capital del techno, abrió paso a una soberbia exhibición de dominio físico y mental del organismo humano, a través del que el individuo de la postmodernidad, en clave expresionista alemana , queda retratado como el más puro individuo pasional en medio de la masa.
Sharon Eyal es una coreógrafa israelí que procede de la legendaria Batsheva Dance Company . Y que se caracteriza por utilizar de forma muy visual el conjunto de bailarines y jugar con la discrepancia de cuerpos como recurso de escena. Mientras el grupo actúa como un bloque sólido, en precisos y contrastados movimientos, siempre hay algo, algún bailarín o bailarina que discrepa del conjunto , pero no para individualizarse o hacerse notar, sino para llevar adelante la dinámica, para agitar el grupo e introducir un progreso, para aportar algo nuevo que siga siendo imprevisible y sorprendente.
Y ese es exactamente el carácter que ha distinguido a Sasha Waltz como coreógrafa y que ahora aspira a imprimir en el ballet de referencia de Alemania.
El Ballet Estatal de Berlín fue fundado en 1742 por Federico el Grande , que implicó a artistas internacionales como el coreógrafo Étienne Lauchery y logró hacer de Berlín el centro de referencia de la Europa de habla alemana, una época dorada que duró hasta la Primera Guerra Mundial. Ahora la historia se repite. Tras la división este-oeste, en la Staatsoper y la Deutsche Oper, desde 1996 se planteó la reunificación , que llegó en 2004.
Al igual que en tiempos de Federico el Grande, se hubo de tirar de talento extranjero y se recurrió primero a Vladimir Malakhov y después a Nacho Duato .
Si algo ha quedado claro en este estreno es que la era Duato, a pesar de su brevedad, ha dejado impronta en un ballet que por primera vez con él entró en el concepto de movimiento gaga de Ohad Naharin y atravesó el techo de cristal que mantenía reservada a la ópera la profundidad intelectual en firme compromiso con los acontecimientos contemporáneos.
Mucho más allá de la subjetividad y de los meros sentimientos, Duato regaló a Berlín con « Herrumbre » (2016) una danza que había capturado los atentados de Madrid de 2004 y las lacerantes imágenes de Guantánamo para abordar desde el movimiento temas como el terror, la violencia y la opresión. Hizo del Staatsballet un foco ubicuo que ahora hereda Sasha Waltz.
Con el palacio imperial ya reconstruido frente al Lustgarten y con proclamas nacionalistas que vuelven a escucharse en las calles alemanas, el Staatsballet reivindica con su nombramiento el talento alemán, cuyo espíritu más inquieto , sin duda, es la bailarina de Karlsruhe, que ha dejado claras sus premisas de trabajo: planteamiento complejo, cincelado fino y valentía, está dispuesta a arriesgarse.
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