La poesía de lo truculento

Juanma Lara y Roberta Pasquinucci, en «El hambre» Teatro Lara
Julio Bravo

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«El hambre» es una historia de amor que transcurre en un bar. Pero ahí se terminan todos los convencionalismos de esta función, escrita por Renato Gabrielli (1966); es la primera obra del dramaturgo italiano que se esrena en España, pero seguramente no será la última.

Un hombre entra en un bar; ha quedado allí con una desconocida y está atenazado por los nervios. Su insípida conversación se ve interrumpida por la revelación de la mujer sobre el verdadero motivo de la cita. Éste es el esqueleto de esta obra, una comedia negra a la vez intensa y sorprendentemente divertida.

«El hambre» (su título original italiano es «Tre») es un texto retorcido, alambicado, nebuloso, enlodazado, y al mismo tiempo masticable, espeso, salado, fascinante. E inquietantemente bello. Hay una chocante poesía en su truculenta historia, un sutilísimo y singular sentido del humor a la hora de hablar de elementos como la comida, e incluso en la estructura formal de la narración de la historia muestra el autor su originalidad.

Ignasi Vidal demuestra estar enamorado de esta pieza y la pone en escena con mimo. Su adaptación ha eliminado el personaje mudo del camarero, a quien ha sustituido por un maniquí; refuerza con ello la intimidad de la historia, de una relación desigual que circula entre la fascinación y el tormento. Juanma Lara y Roberta Pasquinucci conforman también una pareja desigual, pero aúnan fuerzas para darle a cada uno de sus personajes el color que piden la historia y su director.

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