«La panadera», un vídeo sexual y una cadena de impiedad
Sandra Ferrús es la autora, directora y protagonista de esta obra, que se presenta en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero
Las armas las carga el diablo, dice el refrán. Y «La panadera», la obra escrita, dirigida y protagonizada por Sandra Ferrús –le acompañan en escena César Cambeiro, Elías González, Susana Hernández y Martxelo Rubio–, lo actualiza y traslada la «demonización» a las redes sociales. Cuenta la historia de Concha, una mujer de cuarenta años, encargada de una panadería, casada y con dos hijos. «Una mujer –explica la autora– con una vida tranquila y feliz que un día se despierta con la noticia de que por las redes sociales corre un vídeo íntimo suyo manteniendo relaciones sexuales con una pareja que tuvo hace quince años. El vídeo sale ahora a la luz y se extiende de manera incontrolada porque ese hombre se ha hecho famoso en Italia gracias a un reality televisivo».
«Es alucinante cómo te puede cambiar tanto la vida de un día para otro ...», dice el personaje de Concha al principio de la obra. Y es que la difusión del vídeo transforma no solo su vida –recurre a un terapeuta para tratar de reconducir la situación– sino la de su entorno. «Esta obra es un deseo de parar la cadena , de romper creencias, de tomar conciencia y dar confianza y soporte. Es un deseo de unión, de esperanza».
Y es que Sandra Ferrús escribió esta pieza tras leer una noticia sobre una mujer real a quien la difusión de un vídeo suyo de contenido sexual había convertido en un auténtico pim pam pum. La facilidad que nos ofrece Internet y las redes sociales para entrar en la vida privada de los demás y juzgarla, comentarla o airearla con absoluta impiedad es lo que movió a la autora a su escritura. «Me invadieron preguntas como: ¿tengo yo algún vídeo de esas características? Quizá siendo joven... ¿Podría sobreponerme de algo así? ¿Somos conscientes del daño que podemos hacer con un solo dedo? ¿Por qué nos afecta tanto algo que opina de nosotros alguien que no conocemos? ¿Nos afectaría igual si esa opinión se quedara en la barra de un bar? ¿Por qué me afecta tanto? ¿Es por mi género? ¿Por mi cultura? ¿Por mi educación?... No lo sé, pero siento miedo, parálisis, angustia ...»
La piedad es el motor de «La panadera». «Quería –concluye Sandra Ferrús– abrazar a esa chica; quiero que me abracen, quiero abrazar a esa familia . La obra quiere ser ese abrazo para esa mujer que podría ser mi hermana, mi vecina, que podría ser yo, que podrías ser tú».