«Hoy en día, la palabra poesía parece una enfermedad»

La Zaranda presenta en el Teatro Español su nuevo trabajo, 'La batalla de los ausentes'

Una escena de 'La batalla de los ausentes' La Zaranda
Julio Bravo

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La Zaranda es una de las más singulares y peculiares compañías teatrales. Posee una voz rasposa pero firme y su teatro, inimitable, horada las conciencias de los espectadores porque siempre les habla mirándoles a los ojos y contándoles historias que tienen que ver con ellos. Traen ahora al Teatro Español , su casa en Madrid en los últimos años, ' La batalla de los ausentes ', con texto, como siempre, de Eusebio Calonge , y dirección, también como siempre, de Paco de La Zaranda ( Francisco Sánchez ). «Después de 'El desguace de las musas' -explica éste-, donde éramos nueve actores, hemos vuelto al núcleo de la compañía, los tres actores ( Gaspar Campuzano y Enrique Bustos , además del propio Sánchez). Y se tiene miedo porque ha supuesto enfrentarse a una creación levantada a pulso, sin otros actores, sin utilería ni escenografía».

Uno de los principios de La Zaranda es, dice su director, «salir al escenario como si fuera la última vez; la creación es tirarte, una 'violencia' que el actor ha de tener dentro de él para que suceda. Y pensar que es la última vez que te subes a escena te ayuda, porque lo tienes que dar todo; más en el tipo de teatro que nosotros hacemos, que o te tiras al vacío o se queda vacío . No hay trampa ni cartón, son tres personajes muy desnudos construyendo un mundo imaginario y llevando su soledad a la soledad del espectador».

La muerte es la columna vertebral de 'La batalla de los ausentes'; «Es la última batalla que libra el ser humano; pero la muerte no tiene la última palabra, la tienen la belleza, el amor... Podemos perder la batalla, pero no por eso nos sentimos derrotados . Y los ausentes de los que hablamos son toda esa gente que estuvo antes que nosotros en la batalla y que nos dejaron un legado épico. Somos sus herederos; los seres humanos somos herederos de otros seres humanos».

En la obra de La Zaranda hay partes metafísicas y otras simbólicas, pero como «el teatro es verdad» hay unos personajes «que son de carne y hueso -explica Paco de La Zaranda- y que, como ellos mismos dicen, pasan de la resistencia al ataque ; pasan a un plano muy real, de una manera quizá un poco grotesca, la manera que nosotros tenemos de construir. Es una batalla también con una sociedad que aplasta la creación; una lucha social en los tiempos que corren, donde la palabra poesía es una palabra que parece una enfermedad. Y es muy importante llenar de preguntas al espectador».

La Zaranda nació en 1978. Comenzó denominándose Teatro Inestable de Andalucía y ahora se autocalifica como Teatro Inestable de ninguna parte. «Éramos espantosamente jóvenes y no teníamos ni idea. Lo único que queríamos, y que nos movía. era las ganas de hacer teatro, de expresar lo que somos y lo que sentimos . Al principio decía que que queríamos que el teatro se expresara a través de nosotros; pero ahora digo que lo que quiero es devolverle al teatro lo que el teatro nos ha dado. El teatro nos ha dado la vida, nos ha hecho ser lo que somos».

«Siempre hemos hecho un teatro muy visceral -sigue Paco de La Zaranda-, un teatro siempre en una continua búsqueda ; sin darnos cuenta nos hemos encontrado con un lenguaje propio, y eso supone una responsabilidad tremenda ante un público generoso que nos sigue en muchos lugares del mundo».

Para hacer teatro, «que es el que tiene la última palabra -dice el director-, hacen falta fe y humildad, mucha humildad; huir del éxito y saber muy bien por qué se está haciendo teatro». No es sencillo para el espectador, que ha de venir predispuesto a tener un encuentro consigo mismo a través de lo que va a suceder en el escenario. En los tiempos que corren es bastante difícil porque nos movemos en una maquinaria que no nos deja pensar, que nos empuja a dejarnos llevar por los colorines de la época. La Zaranda siempre ha huido de los colorines , ha ido a la médula espinal del ser humano y a sentirnos vivos con el público. No nos hemos dejado llevar por la moda, que supondría ponerse en una esquina y esperar que pase».

Para devolverle al teatro todo lo que éste le ha dado a La Zaranda, qué mejor manera, dice Paco, «que hacer teatro que dignifique esa palabra tan grande; de alguna manera, yo siento que hacer teatro es tener la posibilidad de hablar con Dios . Y a veces me creo que sucede. Humildemente lo creo».

El escenario siempre ha sido un espacio de total libertad, y ahora, en estos tiempos de dominación de lo políticamente correcto, aun más. «Es que en el teatro se puede ejercer la verdad . No estoy de acuerdo con esa idea de que el teatro es mentira. El teatro es verdad. Quizá sea la mentira más verdadera que hay, pero el teatro es verdad y la libertad es verdad, y la belleza es verdad. El escenario es un espacio sagrado donde hay que dejarse de tonterías. Y eso no quiere decir que tenga que ser algo sublime y ritual, porque existe la tragedia del humor. Existen la risa, el llanto, la muerte, el amor. En cualquier cultura, los temas fundamentales que tocan el ser humano son los mismos. El teatro es un canto a la esperanza, a la luz, es un lugar de donde los hombres comulgan. No se le pregunta a nadie de qué tendencia es, la puerta está abierta. Hay gente receptiva y gente que no lo es. Pero afortunadamente hay muchos locos que comulgan con nuestra locura. Posiblemente eso permite que no se nos encierre en un psiquiátrico».

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