CRÍTICA DE TEATRO
«En el oscuro corazón del bosque», de Alonso de Santos: humanos y gatunos
Manuel Galiana y Luisa Martín protagonizan en las Naves del Español esta obra, dirigidos por el propio autor
Desde tiempos remotos, el hombre avizora en los animales destellos de humanidad , los utiliza como espejo viviente, instintivo y espontáneo en el que ve latir un resquicio de verdad salvaje e incontaminada. Ese es el mecanismo de las fábulas, esos cuentecillos ejemplarizantes en los que las bestezuelas hablan para dar lecciones a las personas. José Luis Alonso de Santos toma prestados algunos elementos de ese género para vestir una hermosa reflexión sobre el amor, el paso del tiempo y la aventura de recuperar lo que alguna vez se dejó atrás. Es un texto lleno de luz y misterio, de resonancias íntimas, que camina con pasos realistas por los senderos de la fantasía.
«En el oscuro corazón del bosque» (***)
Autor y director: José Luis Alonso de Santos. Escenografía: Llorenç Corbella. Iluminación: Felipe Ramos. Vestuario: Lorenzo Caprile. Intérpretes: Manuel Galiana
Luisa Martín
Vi esta obra hace siete años en un montaje diferente y ahora, dirigida por el autor, la contemplo enriquecida con nuevas perspectivas que ahondan su dimensión poética , la suave melancolía que la impregna y su decidida apuesta por la acción y la esperanza. Así describí entonces su argumento: mientras dos empleados de una empresa de mudanzas vacían una casa que va a ser derribada, un gato y una gata que viven en ella se asoman a un futuro incierto arañado por los recuerdos, felices y aciagos, de un pasado que pesa demasiado; un tercer minino se plantea como opción de una nueva vida para ella, más joven que su veterano compañero, lector de Marco Aurelio y amante de Mozart . El imperial escritor romano y el compositor austriaco son dos referencias con las que Alonso de Santos ilumina la vibración humana de la pasiones gatunas. El dramaturgo confronta la complejidad de la historia de los felinos , domésticos e independientes, con la inocencia del amor en agraz que viven los personajes humanos, ilusionados por un futuro común circense como apuesta de magia y libertad.
Como director, siempre atento al delicado engranaje de las emociones, maneja con mimo y sutileza a sus criaturas para completar una puesta en escena sensible y firme que desarrolla en el fabuloso espacio escénico de Llorenç Corbella , presidido por un gran árbol repleto de flores rosadas; un árbol de la vida en torno al que se mueven los gatos Manuel Galiana , magnífico y hondo, minucioso en matices, y Luisa Martín , de deliciosa expresividad gatuna esclarecedoramente humana, amén del estupendo Pedro Miguel Martínez , que es el tercer minino en discordia; Marta Guerras y Mariano Estudillo encarnan con certero entusiasmo a la pareja de jóvenes. Mención aparte para los preciosos figurines en tonos anaranjados y ocres que firma Lorenzo Caprile .