Oscuridad luminosa

María Pagés, en «Paraíso de los negros» Efe
Julio Bravo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Dice María Pagés que « Paraíso de los negros » -título tomado de uno de los poemas de «Poeta en Nueva York», de García Lorca- es «una obra sobre la perpetua búsqueda de la felicidad». La bailaora y coreógrafa sevillana lo hace en esta ocasión desde el recogimiento, desde la introspección, desde la meditación, en uno de sus espectáculos más sombríos; reflejo, sin duda, del ambiente que nos rodea.

Pero «Paraíso de los negros» -creado y dirigido junto a El Arbi El Harti- plantea una oscuridad luminosa, una bellísima oscuridad que alimenta el alma a pesar de su tristeza, de su amargura. Baila sola, rodeada de un puñado de músicos extraordinarios, a los que da su espacio y su posibilidad de lucimiento (y se lucen todos, por cierto): las cantaoras Ana Ramón y Sara Corea; el guitarrista Rubén Levaniegos, el chelista Sergio Menem, el violinista David Moñiz y el percusionista Chema Uriarte.

El espectáculo tiene como referentes intelectuales y artísticos a figuras que van desde el místico Charles de Foucauld a la cantante Nina Simone, y sobre todo autores como Bukowski, César Vallejo, Pessoa o Baudelaire. Presenta las mejores virtudes del trabajo de María Pagés: la calidad y elegancia de su baile, su sobriedad, su profundidad, su falta de adornos; apenas asoma, eso sí, el sentido del humor, una de sus señas de identidad habituales. La bailaora convierte en baile sosegado sus pensamientos, su tristeza, su melancolía, y compone una pieza que acaricia y consuela.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación