CRÍTICA DE TEATRO

Orlando curioso

«La voz de Katelijne Damen, también adaptadora del texto, es firme y acariciadora, un hilo de seda que atrapa al espectador y lo conduce fluidamente del final del siglo XVI a los años 20 del siglo pasado»

Una escena de «Orlando» FRIEKE JANSSENS

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Érase una vez un apuesto joven isabelino , noble y poeta, que a los treinta años se transforma en mujer y vive así durante casi cuatro siglos. Con la suave cadencia de un cuento, Katelijne Damen va desgranando la historia contenida en «Orlando. Una biografía» , la maravillosa novela publicada en 1928 por Virginia Woolf (1882-1941), que depositó en ella su visión de los roles masculino y femenino con sensible ironía ajena al aspaviento. Su matizado estilo, culto, hondo y elegante, es un perfecto instrumento para describir, a la par que la vida del personaje, sus sutiles variaciones de conciencia. Se suele subrayar que el modelo en el que se inspiró Virginia Woolf para trazar el perfil de este Orlando curioso, embarcado en una experiencia similar a la de Tiresias, fue la escritora Vita Sackville-West , con la que, al parecer, mantuvo una amistad íntima durante algún tiempo.

La voz de Katelijne Damen , también adaptadora del texto, es firme y acariciadora , un hilo de seda que atrapa al espectador y lo conduce fluidamente del final del siglo XVI a los años 20 del siglo pasado. Uno se imagina, no sé por qué, que la narradora británica podría tener una voz parecida , tan seductora como precisa. La actriz realiza este itinerario a través del tiempo sirviéndose de un delicado código gestual y muy leves cambios del vestuario blanco que ella misma ha diseñado.

El espectáculo de la compañía belga Toneelhuis lleva el sello plástico de su director artístico desde 2006, Guy Cassiers , un singular creador capaz de trenzar poesía y tecnología . Para esta función tan apoyada en lo narrativo, Cassiers ha diseñado una escenografía que incluye cuatro cámaras en lo alto del escenario y un sistema de paneles deslizantes en el suelo movidos por la intérprete, por medio de raíles y bisagras, para descubrir unas imágenes que capta el ojo vigilante de las cámaras y combina Frederik Jassogne en una suerte de sugestivo caleidoscopio rebosante de significados , que se proyecta en la gran pantalla colocada al fondo. Los paisajes sonoros de Diederick de Cock ilustran y contextualizan atinadamente este brillante trabajo cuyo ritmo pausado y densidad iconográfica hacen que a veces pese un poco la más de hora y media de duración.

Y un pequeño pero: en los sobretítulos en castellano que acompañan la representación se desliza en varias ocasiones en que se habla de campanadas un involuntario homenaje a Javier Solana , pues se emplea el partitivo doceava en lugar de los ordinales duodécima o decimosegunda .

Noticias relacionadas

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación