Una obra deslumbrante

Silvia Abascal y Nur Levi, en «Ecos» Angela Martín-Retortillo

Diego Doncel

Extraordinaria, perturbadora, profunda, «Ecos», de Henry Naylor , es una obra mayor, mayor en su escritura, en su fuerza dramática, en la exposición de la tragedia. En la puesta en escena creada en esta ocasión por Livija Pandur se goza del texto, de la escenografía, de la interpretación, de la iluminación, de la música. No hay en ella una sola zona de sombra. «Ecos» tiene lo que tantas veces echamos en falta en el teatro de hoy: un universo dramático sin concesiones. Esta intensa y fascinante parábola sobre las víctimas de la historia, esta hipnótica reflexión sobre los errores personales, sobre los callejones sin salida de la biografía, está llena de furor moral y de ambición literaria, también de un sutil humor negro.

Planteada como dos confesiones, como dos testimonios, la piscina abandonada y vacía del escenario es el campo de batalla donde los monólogos, las voces cruzadas de Samira y Tillie nos hablan del horror. Samira del horror de Estado Islámico, Tillie del horror que ella misma desató contra los ingleses en el Afganistán colonial. Por debajo un puñado de infiernos: intimidades rotas, matrimonios basados en el abuso y la violencia.

La radiografía que Naylor hace de estas dos almas te deja sin aliento, es decir, con la boca desbordada de preguntas: ¿qué hace que una cajera de 17 años de un 7-Eleven de Ipswich viaje a Siria para formar parte del sueño de la yihab y experimente que en realidad ha ido al encuentro de una pesadilla de cabezas y hombres empalados y que su papel solo sea el de la servidumbre sexual?¿ Qué hizo que en 1840, desde el mismo Ipswich, una cantante de blues viaje al Medio Oriente para encontrar marido y extender el reino de Dios, y se encuentre con la cara más siniestra del Imperialismo victoriano? Y sobre todo: ¿Por qué no somos capaces de superar la historia, nuestro propia leyenda negra?

El trabajo diseñado por Livija Pandur, con una escenografía de Felype de Lima , es sencillamente soberbio. Esa falta de agua como falta de vida; el 1 y el 2 de las calles de la piscina que representan las vidas muertas de Samir y Tillie; los ventiladores moviendo las hojas de los libros y las hojas secas de los árboles, palabras sagradas que se remueven. Pandur sabe extraer de los silencios del texto un motivo para crear belleza con una imaginería y unos recursos eficaces y deslumbrantes. Y sabe hacer de las interpretaciones, tan apasionadas como sobresalientes, de Silvia Abascal y Nur Levy , el territorio de la mutación, de los cambios de personalidades, de vestuario a ojos vista, que siempre indican un escalón más abajo en el descenso a estos infiernos. El juego de la luz con la sombra, de la luz con la intimidad o el horror planteado por Vesna Kolarec y la música hipnótica de Silence hacen de «Ecos» un espectáculo que nadie debe perderse, lleno de esa belleza convulsa, lleno de ese enigma que solo poseen la verdaderas obras de teatro.

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