Nina: «El teatro, a mí, me reaviva»
La actriz gerundense sigue, doce años después, al frente del musical «Mamma mia!», que vuelve a presentarse en Madrid
No es infrecuente, en ciudades como Londres o Nueva York, que los musicales permanezcan varios años en cartel. En España, títulos como «El diluvio que viene» y, más tarde, «Hoy no me puedo levantar» son ejemplos recientes de longevidad en este género guadiana en nuestras carteleras. Se suma a ellos « Mamma mia! », que llegó a los escenarios españoles en octubre de 2014 y, con alguna interrupción, ha proseguido su marcha. Hoy vuelve a Madrid este musical basado en las canciones del grupo sueco ABBA . Al frente del reparto, la misma actriz que lo estrenó hace algo más de doce años: Nina .
¿Podía usted imaginar que después de este tiempo seguiría encarnando a Donna?
Ninguno de nosotros, ni la productora ni los actores, imaginábamos lo que podía suceder. Que fuera un éxito en Broadway o el West End no era garantía de que lo fuera aquí; los musicales todavía están en fase de fidelización del público y de consolidarse como género aquí. Estamos lejos de esos países. Así que no estábamos seguros de que funcionara como lo ha hecho.
¿No ha tenido dudas de continuar con el proyecto?
Cuando me preguntaron si volvería a «Mamma mia!» en el caso de que se retomara, hace un par de años, dije que sí. No me lo he pensado.
¿Qué le aporta este personaje y este musical?
Soy muy consciente de estar viviendo algo insólito. Pocas veces un actor en España puede estar nueve temporadas en la misma obra; ¡tantas veces duran más los ensayos que las representaciones! Y de ninguna manera me iba a perder poder seguir viviéndolo dos o tres años más de mi vida, y poder seguir haciendo historia del musical. Hay otro aspecto, que es el que nos alimenta a los actores: el feedback con el público. Lo que recibimos haciendo «Mamma mia!» es algo que no tiene precio. De todas las producciones en las que he participado, es la que más me ha puesto de manifiesto la función social del teatro. Lo vivo cada día. Una mujer me dio hace poco las gracias porque durante dos horas y media le había hecho olvidar que padecía un cáncer. Otra me agradeció el que al escuchar la canción «Va todo al ganador» recibió la fuerza suficiente para tomar las riendas de su vida. Eso es literal, no me lo invento. Y en esos momentos te sientes una privilegiada por estar en el escenario y desencadenar estas emociones y generar esa energía.
¿Y los intérpretes? ¿Les insufla también optimismo y energía?
Por supuesto. El teatro es terapéutico no solo para el público; también para los que lo hacemos. A mí el teatro me reaviva. Tengo que estar muy mal para no hacer una función. Cuando entro en escena se me pasan los dolores, los males y los problemas. Cantar y estar en movimiento sana, y además «Mamma mia!» tiene algo que nos contagia a todos los que lo hacemos.
Tras doce años, su personaje habrá cambiado. ¿Sabría explicar cómo?
Sí, soy perfectamente de en qué ha cambiado. Y soy feliz de cómo lo ha hecho. Era una Donna muy crispada; cuando ensayaba -por cuarta vez- con Paul Garrington, el director, dibujé otra Donna. Y él también me dirigía en otra dirección. No lo hablábamos, pero era diferente. Solo al final comentamos que habíamos creado una Donna distinta, y habíamos coincidido en lo que queríamos. Ahora es más tranquila, menos sobrepasada por el hecho de tener a sus tres amantes en la isla el día de la boda de su hija, tiene más sentido del humor, más paz y tranquilidad... Un poco como estoy yo ahora. Y donde se pone más de manifiesto es en «Va todo al ganador»: Donna se desnuda emocionalmente, muestra sus miserias, y dice: «esto es lo que soy». Eso es hermoso y agradable de hacer.