La niña que quería matar a Hitler

Una biografía de Sophie Scholl desvela su proceso desde las juventudes hitlerianas a la resistencia militante

Sophie Scholl con su hermano Hans y con Christoph Probst, de la Rosa Blanca, en 1942 ABC

Rosalía Sánchez

Un busto de Sophie Scholl preside el atrio del edificio principal de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich , a modo de ejemplo para los estudiantes alemanes. Los folletos contra Hitler que repartía el grupo de resistencia Rosa Blanca, estampados en bronce e incrustados en los adoquines de la entrada del edificio, recuerdan la heroicidad de aquellos jóvenes en el momento seguramente más crítico de la historia de Alemania. Y Sophie, concretamente, ha cristalizado como icono de oposición a los horrores del Tercer Reich, envuelta en mitos que le atribuyen deseos de matar a Hitler incluso a la tierna edad de 12 años. Una nueva biografía del historiador Robert M. Zoske , que lleva ocupándose de la Rosa Blanca desde su tesis doctoral, descubre sin embargo una historia con muchas más zonas grises, un relato con abundancia documental sobre lo que lleva a joven de clase media a dar su vida por la lucha contra lo que reconoce como malo e injusto.

«Mi intención era pintar un nuevo retrato de Sophie , liberarla de algunos mitos interpretativos, incluso de la maleza abiertamente falsa, y acercarme de nuevo a ella críticamente, para dirimir lo que es leyenda, lo que sabemos que es cierto, y lo que quizá sepamos pero nunca podrá demostrarse», define el autor su intención. «Un mito, por ejemplo, es que Sophie Scholl hizo campaña a favor de una compañera en 1934. Esta historia es fruto de la imaginación de su hermana, Inge Scholl, verdadera promotora de la imagen póstuma de ambos hermanos fusilados por Hitler y que en los 80 improvisó una respuesta de la actitud de Sophie ante el Holocausto cuando, en realidad, apenas sabemos lo que pensaba sobre eso en aquella época», adelanta el autor de « Sophie Scholl: no me arrepiento. Retrato de una resistente », editado por Prophläen. «También es una fantasía que ella fuera la figura principal de la Rosa Blanca. Quizá en la etapa más tardía, en la segunda parte de la campaña de panfletos del otoño de 1942, cobrase algo más de relevancia, pero antes de eso fueron claramente Hans Scholl y Alexander Schmorell quienes iniciaron y dirigieron la resistencia», aclara.

Su padre, fiscal, y su madre, enfermera, fueron simpatizantes del partido. Los documentos demuestran que Sophie perteneció a las juventudes femeninas nazis, las Bund deutscher Mädel. Pudo haber renunciado en 1938, a los 17 años, pero en 1941 todavía seguía inscrita. Por esas fechas escribe ya a su amigo Fritz Hartnagel : «No entiendo mucho de política, ni siquiera quiero entenderlo, pero sé diferenciar entre el bien y el mal».

En su evolución, afirma Zoske, jugó un importante papel su fe cristiana. El extenso apéndice con referencias a fuentes incluye cartas y transcripciones de los juicios e interrogatorios de la Gestapo. La sentencia de muerte contra ella, firmada por el presidente del Tribunal Popular, Roland Freisler , fue ejecutada en febrero de 1943, con 21 años. Tanto los protocolos del juicio como las crónicas de la lectura de la sentencia muestran a una joven sorprendentemente tranquila y con relativa serenidad. «Su confesión se convierte en testimonio. Hizo lo que Dios quería que hiciera y esa tranquilidad de conciencia le proporcionaba paz -insiste Zoske-, lo puso en oración y después confió en sí misma, como ella misma escribe, puesta en las manos de Dios».

Se vuelve más crítica con los nazis en otoño del 41 , cuando es trasladada a Blumberg para su «servicio de guerra», en la guardería de la población minera. «Le dolió que se destruyese así la naturaleza para extraer el mineral, de forma tan agresiva y comienza a escribir que eso no puede ser política económica, esa política de autosuficiencia», trata de concretar el momento del cambio, «pero es un proceso en el que pasó de obedecer, dentro de unos estándares aprendidos, a afirmar que era necesario matar a Hitler y que ella misma lo haría si tuviera una pistola».

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